La maldición es doble. Inundaciones y sequías. La aceleración del cambio climático hace que las lluvias sean más intensas y que su frecuencia aumente al mismo ritmo que la disponibilidad del agua disminuye.
El ejemplo más inmediato lo encontramos en la Península Ibérica. Después de sufrir una de las sequías más severas de su Historia en 2017, en 2018, sin haberse recuperado aún de la escasez de agua, España sumó a la lista de problemas medioambientales las inundaciones.
Inundaciones
Las lluvias torrenciales azotaron Baleares en el mes de octubre, donde en pocas horas, llovió más que en un tercio de todo el año. En Mallorca se recogieron 204 litros de agua por metro cuadrado (un 264% por encima del volumen normal) y la ciudad se vio afectada por graves riadas. Apenas un mes después, la isla alzaba la vista de nuevo al cielo, pero ahora pedía lluvias, se había activado la prealerta por sequía.
La combinación de estos fenómenos es paradójica, pero real, y tiene que ver con el cambio climático. Ashish Sharma, investigador en la Universidad de Nueva Gales, en Australia, advierte en un estudio que las reservas de agua del mundo están disminuyendo: “Esperábamos que las lluvias aumentaran, pero no que los grandes ríos se estuvieran secando”.
Entre las múltiples consecuencias de las lluvias torrenciales Sharma reconoce en el estudio la pérdida de zonas de almacenamiento de agua: “el aumento de las lluvias está forzando las infraestructuras de drenaje en pueblos y ciudades, causando más inundaciones urbanas”.
El patrón sequía-inundaciones “se repite en todo el mundo. Es extremadamente preocupante” apunta el investigador. En la actualidad, la escasez de agua afecta a más del 40% de la población mundial. Si el cambio climático continúa acelerándose, estas cifras negativas irán en aumento.
Según datos de la ONU, en 2035 la demanda de agua habrá crecido un 53%, mientras el déficit llegará al 40%, por lo que aproximadamente dos mil millones de personas no tendrán acceso al agua.
Cortes de suministro, ausencia de agua potable, degradación del suelo y escasez de alimentos serán las consecuencias principales de la falta de agua, que, aunque afectará al conjunto del planeta, causará un mayor impacto en los países en vías de desarrollo.
¿Hay Solución?
“El agua es una necesidad social crítica, un bien de control público y garantizar su buena gestión trasciende lo técnico y lo económico” explica José Díaz-Caneja, director general de ACCIONA Agua.
El acceso al agua es un problema global, pero las necesidades son tan diversas como las regiones del planeta y encontrar soluciones es un reto importante ante el crecimiento de la población y el calentamiento global.
“Necesitamos crear soluciones específicas que se adapten a las necesidades y problemas de cada entorno”, afirma Díaz-Caneja.
En ocasiones, el problema radica en el tratamiento del agua. “Es el caso de St. John, en Canadá, un país sin problemas para disponer de agua en bruto, pero donde la clave ha sido diseñar una infraestructura que garantice la calidad y el suministro”, continúa.
En otras regiones, sin embargo, existe un problema de abastecimiento, como en la región de Florida (EEUU), donde se ha recurrido a técnicas innovadoras de desalación “es un ejemplo de infraestructura que se planifica frente a dos ejemplos cruzados: el aumento de la población y el descenso de las precipitaciones”.
El acceso al agua es un derecho humano fundamental, pero también un reto y una necesidad global que hay que solventar. La ONU marca el camino para alcanzar resultados favorables, que pasa por “invertir en investigación y desarrollo de los recursos hídricos; promover la inclusión social y concienciar sobre estos cometidos y convertirlos en medidas concretas”.
Fuente: Leticia Rialto / Planeta Inteligente – EL MUNDO,
Artículo de referencia: http://www.planetainteligente.elmundo.es/recursos-hidricos/mas-inundaciones-menos-acceso-al-agua,