Según publica la revista MIT Technology Review, editada por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), China está construyendo la primera red de transmisión eléctrica de 1,1 millones de voltios de la historia, con la que enviará más energía mucho más lejos.
La iniciativa promete el fomento de las energías renovables, pero también parece esconder una estrategia de control geopolítico, tal y como refleja la información publicada en MIT.
A principios de 2018, se inició el montaje de una altísima torre de transmisión roja y blanca en la provincia de Anhui (China). Los operarios comenzaron por un componente crítico de la primera línea de transmisión eléctrica de 1,1 millones de voltios del mundo, mientras que las compañías de EE UU luchan para superar los 500.000 voltios.
Cuando State Grid of China, la empresa estatal de servicios públicos, complete el proyecto este año, la red conectará las centrales eléctricas del interior del país con ciudades cercanas a la costa.
Según la publicación técnica, esta red de transmisión será capaz de distribuir la producción de 12 grandes centrales eléctricas a lo largo de unos 3.200 kilómetros, enviando un 50% más de electricidad y a 1.000 kilómetros más de distancia que cualquier otra red construida.
Cuanto mayor es el voltaje de la línea de transmisión más electricidad se puede transportar a mayor distancia y con menos pérdidas. Uno de los proveedores extranjeros de equipos del proyecto, aseguraba que la red podría enviar electricidad desde Pekín (China) a Bangkok (Tailandia). Este dato ofrece una idea del alcance del proyecto.
“Súper-redes” transcontinentales
Inicialmente, la compañía desarrolló y construyó las líneas de voltaje ultra alto para satisfacer la creciente demanda de energía de su inmenso país, donde las altas montañas y las extensas distancias separan los centros de población del carbón y de la energía hidroeléctrica, eólica y solar. P
ero ahora, el objetivo de State Grid es mucho más ambicioso: unir los sistemas de electricidad de los países vecinos en “súper-redes” transcontinentales capaces de intercambiar energía atravesando las fronteras y los océanos.
Estas redes masivas podrían ayudar a reducir las emisiones de efecto invernadero, ya que permitirían que las fuentes de energía renovable no gestionables, como la eólica y la solar, aumenten su producción más allá de la demanda de los propios países.
Las líneas más largas y de mayor capacidad permiten equilibrar la escasa energía solar en una zona horaria, por ejemplo, con la energía eólica, hidroeléctrica o geotérmica que se genera a varias zonas de distancia, tal y como describe la revista MIT.
La política y la burocracia han obstaculizado la creación de redes de energía tan inmensas y modernas en gran parte del mundo. Estados Unidos podría tardar más de una década para conseguir las aprobaciones federales, nacionales, estatales, regionales y privadas necesarias para construir las torres, los cables y los tubos subterráneos. Y generalmente estas aprobaciones son muy difíciles de lograr.
Estrategia de control geopolítico
“Una red de transmisión eléctrica de larga distancia interconectada es una pieza importante del rompecabezas climático”, afirma el ex – secretario de Energía de EEUU Steven Chu, quien actualmente es vicepresidente de la organización sin ánimo de lucro que State Grid lanzó en 2016 para promover las conexiones internacionales de la red.
El experto añade: “China quiere ser líder en todas estas tecnologías del futuro, en lugar de mirar por el espejo retrovisor como parece que está haciendo Estados Unidos”.
Pero facilitar el uso de las energías renovables no es ni la única ni la principal motivación de China. Esta infraestructura de transmisión eléctrica es una parte estratégica de la Iniciativa Belt and Road, el esfuerzo de varios billones de euros de China para crear proyectos de desarrollo y relaciones comerciales en docenas de países. Expandir sus cables de ultra alta tensión por todo el mundo promete aumentar su poder económico, tecnológico y político.
Un millón de empleados y 1.100 millones de clientes
La revista MIT califica a State Grid como “la compañía más grande de la que hemos oído hablar”, con casi un millón de empleados y 1.100 millones de clientes. El año pasado, informó de que sus beneficios habían ascendido a 8,4 millones de euros con una facturación de 308.000 millones de euros, lo que la convierte en la segunda compañía más grande en la lista Global 500 de Fortune.
State Grid ya es el distribuidor de energía más grande de Brasil, donde construyó su primera (y de momento única) línea de ultra alta tensión en el extranjero. La compañía también ha adquirido participaciones en compañías nacionales de transmisión de energía en Australia, Grecia, Italia, Filipinas y Portugal.
Mientras tanto, está impulsando proyectos importantes en Egipto, Etiopía, Mozambique y Pakistán, y continúa comprando acciones en otras empresas de servicios públicos europeos.
State Grid se creó a finales de 2002, cuando el Gobierno chino acabó con el monopolio masivo de la Empresa Estatal de Energía de China, dividiéndola en 11 compañías más pequeñas para generar y distribuir la energía.
Esta ruptura regulatoria fue diseñada para fomentar la competencia y acelerar el desarrollo mientras la nación luchaba por satisfacer las crecientes demandas de energía y frenar los recurrentes apagones. Pero State Grid fue, con gran diferencia, la mayor de las dos compañías de transmisión resultantes, y ahora opera como un monopolio en casi el 90% de la nación.
Fuente: MARIA CASTAÑEDA CARVAJAL / EnergyNews,
Artículo de referencia: https://www.energynews.es/china-red-de-transmision-electrica/,