Maddi y Urkiola son del pueblo de Lumbier, tienen nueve años. Esta semana son las encargadas de recoger los plásticos de toda la escuela. Recorren las clases y el patio y antes de vaciar el cubo en el exterior se reúnen con Txomin, uno de sus profesores, quien les ayuda a pesar la bolsa con una romana. Dos kilos de plástico se van al contenedor amarillo.
Después de la recogida de plásticos, Adi e Ibon aprovechan un descanso para reciclar el papel. Tienen siete años y apenas asoman la cabeza por detrás del cubo azul, pero pasean divertidos por los pasillos en busca de recortes que llevar después al contenedor.
Hace seis años, preocupados por el impacto que generaban en el entorno, en la ikastola Arangoiti buscaron formas de reducir la huella del centro y realizaron un estudio energético para ver cuál era su situación y qué medidas podían adoptar para mejorarla.
Desde entonces, y a través de un Plan Estratégico de Sostenibilidad, han instalado placas solares y reciclan y tratan los residuos que generan en la escuela a diario.
Se encuentran en un medio privilegiado, Lumbier, y son conscientes del cuidado que merece. Este municipio navarro es la puerta natural a los valles pirenaicos, está bañado por los ríos Salazar e Irati y cuenta con una reserva natural, la Foz de Lumbier, garganta agreste de 1.300 metros en la que habitan nutrias, halcones y buitres leonados, entre otras especies.
“Somos una pequeña pieza del pueblo y por eso siempre hemos tenido sensibilidad por trabajar con los recursos locales, ecológicos, por inyectar a la economía cercana todo lo que se pudiera y hacer las cosas de la forma más sostenible posible”, explica Txomin, director de Sostenibilidad del centro.
Reducir, reutilizar y reciclar
Las tres erres de la economía circular dan forma a la evolución de un municipio que hasta hace poco no prestaba atención a la gestión de sus residuos, pero que avanza rápido con pequeñas iniciativas.
“El pueblo ha sido un desastre en residuos por diversas razones, pero como el medio natural de Lumbier es enorme, el impacto de la contaminación no es tan visible”, explica Natxo Irigoien, investigador de la Universidad Pública de Navarra. Para conservar el medio ambiente y la calidad de vida de la zona, se hace necesario acometer cambios y evolucionar hacia sistemas más sostenibles.
Este es el objetivo de Bio-Circular, un proyecto premiado por la Red Europea de Desarrollo Rural para la gestión y reaprovechamiento de residuos orgánicos. Se trata de un modelo descentralizado que busca que la recogida de residuos, su tratamiento para compostaje y la aplicación posterior del abono obtenido se desarrollen y repercutan en la zona.
Lumbier
“Es un lugar perfecto para implantar el proyecto, Lumbier el escenario óptimo para desarrollar un piloto, un laboratorio a escala real” apunta Natxo.
El proyecto se desarrolla en el contexto que marca la Unión Europea del paso de la economía lineal a la economía circular. “Este es un modelo en el que los materiales no salen del sistema, sino que circulan y se preserva su valor natural”, explica Irigoien, quien asegura que “se está avanzando y se están generando cambios”.
Además, el desarrollo del proyecto hace partícipe a la población de la comarca y busca recuperar la confianza de las personas en el reciclaje.
“Si ves a la persona que recoge los residuos, dónde los lleva, qué hace con ellos… la gente vuelve a confiar porque ve que funciona”, explica Natxo, quien defiende además que es una oportunidad de crear empleo: “¿sabes cuánto cuesta generar un puesto de trabajo en un pueblo pirenaico? Cuesta muchísimo y así se puede. Es una inversión que al final se queda en Lumbier”.
En el caso de este pueblo aparece un componente social importante: la inserción laboral. En esta tarea participa la empresa Josenea, que además de encargarse de la construcción de la nueva planta de compostaje de Lumbier, busca capacitar a personas en riesgo de exclusión social.
“Las personas en proceso de inserción podrán formarse en este nuevo servicio que les prepara para una actividad de futuro en el mercado laboral” explica Elisa Ayape, directora social de Josenea.
Proyecto
El propio proyecto permite la formación, tanto del personal de Josenea, como de la Universidad y particulares de la comarca. Hace unos meses, Fertile Auro, asociación para la gestión de residuos, organizó en torno a Bio-Circular varios cursos para investigar y optimizar el modelo en la localidad.
“Para entender este proyecto hace falta personal formado y lugares de referencia y esto es lo que hacemos, formar maestros y maestras compostadores, un cargo que antes no existía y que se está demandando” explica Natxo.
Lumbier es el ejemplo de municipio pequeño que tiene la capacidad de regenerarse a través de la educación en valores y el cuidado del medio ambiente. Convertir un modelo económico tradicional en un modelo circular supone esfuerzo, pero apostar por estas iniciativas al final genera beneficios.
“Aquí se van a recoger los residuos, se van a tratar y se va a utilizar el compost que resulte y en ello va a participar la gente de la comarca”.
En definitiva, la misión de este tipo de iniciativas es implicar a la población, generar conciencia y como concluye Elisa “cerrar el círculo” para mejorar la sociedad y el planeta.
Fuente: Cristina del Estal Espeso / Planeta Inteligente – EL MUNDO,
Artículo de referencia: http://www.planetainteligente.elmundo.es/planeta-en-accion/lumbier-el-pueblo-que-se-recicla-para-preservar-su-entorno-natural,