«Lo reciclado es más endeble. El material reciclado es menos resistente. Lo reciclado es peor». Es fácil haber oído estas quejas sobre los productos hechos con material reciclado.
Muchos ciudadanos, alguna vez, habrán albergado dudas sobre su calidad, su resistencia o su funcionalidad, bien por falta de información o bien por falta de experiencia directa. Pero, ¿qué diferencias reales hay? ¿Se cumple o se desmiente este tópico?
Tres pymes, terrenales y de diferentes ámbitos, cuentan el resultado de su apuesta, industrial y comercial, por este tipo de materias primas.
Un adelanto: coinciden en que es algo necesario, una alternativa cada vez más obligatoria para cerrar el círculo de la producción y suavizar la presión sobre las fuentes de recursos que, fabricantes y consumidores, ejercemos sobre el planeta.
Pinturas ecológicas en cubos reciclados
«Exactamente las mismas prestaciones», dice haber encontrado Mónica Aguirre, directora de marketing de Industrias Juno, un fabricante de pinturas de Bizkaia, en el cubo de plástico reciclado que acaban de estrenar para su línea de pinturas ecológicas.
«Estábamos en pleno rediseño de estos envases y pensamos que era el mejor momento, ahora que el plástico es un tema que está en la agenda global», continúa Aguirre, cuya empresa, fundada en 1927, factura cerca de 50 millones de euros al año y vende mayoritariamente al pintor profesional.
«En cuanto a compresión, caída, resistencia al apilado, peso, dimensión y conservación el cubo funciona perfectamente», detalla Íñigo Lázaro, responsable de compras de la compañía y la persona que ha supervisado el cambio de envase, reciclado en un 80% y surtido por su proveedor habitual.
«Hasta alguna patada le he dado para ver si aguantaba», ríe. El precio de la materia prima del nuevo cubo, explica Lázaro, «es también similar». La única diferencia visible, opinan, es el color de esta clase de plástico, menos definido y homogéneo, una peculiaridad que salvan tintándolo de colores grises o azules.
«Siempre nos hemos preocupado por las certificaciones ambientales en fabricación y diseño, pero ahora intentamos adelantarnos a legislaciones más restrictivas», tercia Aguirre. «En la industria aún mandan calidad y precio, pero a igualdad de estos factores un envase reciclado sí puede ser diferencial».
El tejido más técnico de la basura más abundante
Lo reciclado no solo sirve para contener otros productos. «Se pueden fabricar todo tipo de artículos con la misma calidad y características que los hechos a partir de materias primas vírgenes», afirman desde Ecoembes, la organización que coordina el reciclaje de los residuos de los contenedores amarillos y azules, una cifra que en España alcanzó el 77,1% en 2018.
«Por ejemplo, el aluminio de las latas de refrescos y conservas se puede recuperar ilimitadamente y convertirse en nuevas latas con las mismas propiedades de conservación y resistencia».
Lo saben bien en Ternua, una empresa de prendas deportivas técnicas de Gipuzkoa que lleva un paso más allá esta predilección por la segunda vida de la basura.
«Con ella hacemos ropa de un alto nivel de sofisticación», explica Imanol Muñoz, director de marketing de la compañía, que cuenta con unos 175 empleados y comercia con 20 países de Europa, Asia y América.
La credibilidad, para ellos, proviene de testar sus prendas en condiciones exigentes. «Si alguien ha llevado uno de nuestros abrigos en un campeonato del mundo, cómo no me va a valer a mí para dar una vuelta por el Pirineo. Eso es un aval».
Reutilizar plástico
Uno de los proyectos de Ternua consiste en reutilizar el plástico vertido que flota por las costas vascas. En colaboración con la cofradía de pescadores de Gipuzkoa y el Gobierno vasco, la textil confecciona prendas con tejido hecho a partir de esos residuos y las pone de nuevo en el mercado.
«Este año hemos conseguido un buzo de esquí de montaña, de competición, con este material», se enorgullece Muñoz, que apunta que han ganado tres premios con su ropa reciclada en la Ispo Award, un certamen de equipamiento deportivo.
El director señala que también fueron los primeros rellenar almohadas y edredones con plumas ya usadas, «escogiendo aquellas que aún cumplían perfectamente su función y logrando las mismas condiciones de aislamiento».
«No queremos monopolizar esta manera de hacer las cosas. Queremos enseñar que se puede. Cuanta más gente lo haga, mejor», concluye.
30 años de garrafas «diferentes y recicladas al 100%»
María Carmen Sanchís es la gerente de Visasol, una pequeña empresa valenciana de 14 empleados que surte de productos de limpieza a colegios, centros penitenciarios, hoteles y grandes superficies, entre otros clientes.
Sanchís hace cerca de 30 años que envasa sus lejías en botes reciclados que ellos mismos fabrican a partir de granza, las bolitas en las que se convierte el plástico tras pasar por el reciclador. Por eso le sorprende la pregunta acerca de su calidad.
«Las cualidades y utilidad son las mismas para lo que nosotros fabricamos», explica. «Tampoco nos supone un coste adicional. Al menos en nuestro sector, el plástico natural contamina más y es más caro. Me cuesta casi lo mismo trabajar lo reciclado que lo virgen».
Sanchís entiende que, por el color del plástico reciclado, sus envases no son los que más destacan. Pero de esa distinción han hecho una fortaleza.
«Yo he peleado mucho en este sector porque mi garrafa no era la más bonita. Pero siempre nos hemos diferenciado y así hemos entrado y permanecido en el mercado», explica en referencia a las fosforescencias que exhiben los envases de las grandes marcas, un brillo que posibilita el plástico virgen. «Nuestra apuesta es un buen producto interior y un envase reciclado al 100%. Siempre hemos sido así», concluye.
Fuente: EL PAÍS,
Artículo de referencia: https://elpais.com/sociedad/2019/02/21/actualidad/1550741474_448331.html,