Antes de salir de casa, Daria Afanásyeva y su hija de siete años se ponen el abrigo, el gorro, la bufanda, los guantes y una mascarilla. El cubrebocas se ha convertido en “imprescindible” desde hace un par de meses, dice Afanásyeva, de 26 años. Es la única forma que esta mujer y otros muchos vecinos de Sibay, una ciudad de la República de Bashkortostán (cerca de la frontera de la Federación Rusa con Kazajistán), han encontrado para protegerse de la contaminación que emite una enorme cantera abandonada desde hace una década; aunque saben que la tela blanca no les protege de las partículas más finas.
La situación es tan grave que la Administración local, además de distribuir mascarillas, ha instalado ventiladores gigantes para tratar de despejar la nube de aire “sucio” que cubre la ciudad como si fuera una niebla constante; tan densa que casi se puede masticar.
Pero aún así niegan que sea nociva. Los vecinos llevan semanas quejándose de que el aire no solo es irrespirable, además aseguran que también han aumentado las enfermedades respiratorias.
Varios activistas se han movilizado y han emprendido un proyecto para medir los niveles de distintos gases cerca de la polémica cantera, así como en las zonas verdes y más habitadas de la ciudad.
Gulfiá Mujamétova, que además es la presidenta del comité de padres de la ciudad, forma parte del equipo. Y asegura que han detectado niveles por encima de lo recomendado entre otras cosas de sulfuro de hidrógeno.
Afirma que eso daría explicación al olor a huevos podridos que, a oleadas, inunda la ciudad. «Los ventiladores no sirven para mucho, lo único que hacen es trasladar las nubes del humo a otras partes de la ciudad, más cercanas a la cantera», lamenta el activista lnur Ishkildin.
Ingresos hospitalarios
Las autoridades reconocen el aumento de los ingresos hospitalarios y de las consultas médicas, pero niegan que tengan relación con la nube de gases que proceden de la Planta de procesamiento minero de Uchali (UGOK).
“Hacemos análisis cada dos horas. A veces hay concentraciones altas de químicos, pero es raro y depende de las condiciones meteorológicas”, explica el portavoz de la alcaldía Rasul Baiguildin por teléfono.
“Muchos vecinos son muy impresionables y cada vez que estornudan creen que se han envenenado con sulfuro de hidrógeno”, acusa el responsable local, que atribuye los problemas de salud de los vecinos a una epidemia de gripe.
Baiguildin asegura también que han empezado el proceso para “inundar” la cantera, algo que esperan que acabe con la contaminación. La empresa responsable eludió contestar a las preguntas de este diario. Pero, aunque más pequeñas, quedan otras minas y canteras alrededor de Sibay. Y ahora los vecinos temen que se agudicen los problemas.
Estadísticas sanitarias
De hecho, las estadísticas sanitarias de esta ciudad son peores que en otros municipios de alrededor. Y los expertos lo atribuyen precisamente a canteras como la de UGOK. Las enfermedades pulmonares son 1,3 veces más comunes en Sibay y las cardiovasculares 2,7 veces, según una investigación publicada por la Academia rusa de Estudios Naturales.
“Aquí, si seguimos así no se puede vivir. Cuando salgo empiezo a toser, me pican los ojos… Y tengo todavía más miedo por mi hija”, lamenta Afanásyeva. Mujamétova cuenta que ha estado ingresada con bronquitis y lo achaca a la nube de contaminación.
La presidenta del Comité de Padres explica que exigieron el cierre de las escuelas y la declaración de una cuarentena en la ciudad, pero las autoridades se lo denegaron.
“Están haciendo todo lo posible para ignorar el problema, pero la situación es gravísima y quien puede permitirse marcharse ya lo está haciendo. Aquí no se puede estar. Y menos con niños”, afirma.
Las imágenes de sus hijas y otros críos jugando en la nieve equipados con mascarillas —algunos, con algo similar a máscaras antigás— han causado un gran revuelo. Tanto que han llegado hasta el Kremlin. El viernes, Dmitri Peskov, el portavoz del presidente, Vladímir Putin, afirmó que el Gobierno estatal está al tanto de la situación y que se está investigando.
Nieve negra
Al Gobierno ruso se le multiplican los problemas ambientales. Casi al mismo ritmo que la conciencia ambientalista ciudadana. En otra de las regiones mineras, en Kuzbass, esta vez en Siberia, los vecinos denuncian que el polvo de carbón que emiten las numerosas minas a cielo abierto les está provocando complicaciones de salud gravísimas, además de una catástrofe natural.
En Kuzbass (2,6 millones de habitantes), la esperanza de vida es casi cuatro años menor que la media de toda Rusia: unos 66 años para los hombres y unos 77 para las mujeres debido a una mezcla del duro trabajo en las minas y las condiciones ambientales, se quejan los vecinos.
En invierno, explican, es mucho más visible porque esas partículas tiñen la nieve de negro. Y así la muestran las imágenes que algunos medios rusos han definido como “postapocalípticas”. Calles con nieve negra, coches cubiertos de nieve negra, el parque infantil desbordado de montículos grises que nadie lo diría pero que son nieve.
Fuente: MARÍA R. SAHUQUILLO / EL PAÍS,
Artículo de referencia: https://elpais.com/sociedad/2019/02/18/actualidad/1550492955_109545.html,