El pasado año, a nivel planetario, se emitieron 33.143 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera en todo el planeta. Además, las emisiones globales de dióxido de carbono no sólo aumentaron, su progresión se aceleró un 1,7%, un ritmo que no se alcanzaba desde 2013.
Si bien es cierto que, según la Agencia Internacional de Energía, Estados Unidos, China e India representaron el 85% de esta subida, en Europa no se aprecia esta misma tendencia.
En España, en ese mismo período, las emisiones se redujeron más de un 2% (295 toneladas, de acuerdo al Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero). Hay que destacar que el sector del transporte fue el que más contaminación generó: un 27% del total. En concreto, el transporte por carretera representa un 25%.
Pero, ¿qué ocurre con el resto de medios de transporte?, ¿cuáles son más contaminantes?, ¿son económicas las opciones más respetuosas con el medio ambiente?
¿Por qué emitir menos CO2 es más caro?
En la actualidad, el 2% de las emisiones de CO2 proviene de la aviación. Y las previsiones de la Organización de Aviación Civil Internacional no son mucho más halagüeñas: apuntan a que en 2020 la contaminación se multiplicará un 70% respecto a 2005.
Pensando en cifras concretas, un avión con 88 pasajeros a bordo supone una contaminación de 285 gramos de dióxido de carbono por persona y kilómetro. Son números que se reducen al viajar en tren, ya que tiene la capacidad de transportar a más personas (156) con un coste medioambiental menor: emitiría 14 gramos de CO2.
Si se atiende a un ejemplo práctico, un vuelo de Madrid a Barcelona lanza 115 kg de dióxido de carbono por pasajero, según el comparador EcoPassanger. Por el contrario, al realizar este mismo trayecto en tren, la cifra de emisiones de CO2 por pasajero apenas supera los 17 kg. El coche se sitúa a caballo entre el tren y el avión, con unas emisiones de 65,6 kg por viajero.
El problema está en que, en este caso, el medio de transporte más contaminante es también el más rápido y económico. Mientras que el precio de un billete de avión de Madrid a Barcelona oscila entre los 29 y 89 euros, el de un billete de tren para el mismo trayecto puede costar al pasajero entre 40 y 100 euros.
Ante esta realidad, la responsabilidad recae enteramente sobre el viajero, que debe decidir qué es prioritario: el tiempo o dinero que se invierte en cada recorrido o las consecuencias que tiene éste para el medio ambiente.
¿Qué papel juegan las instituciones?
Entonces, si el medio de transporte más sostenible es el más caro, ¿qué papel juegan las instituciones, tanto públicas como privadas? Conscientes de la importancia de abordar este desafío, algunas compañías, como Finnair o Qantas, han impulsado iniciativas de cara a que sus vuelos sean más respetuosos con el medio ambiente.
Mientras tanto, se sigue trabajando en esta línea, desarrollando aviones eléctricos o aviones en forma de ‘V’ y capacidad de transportar pasajeros en las alas. Ya han empezado a buscarse soluciones, pero en materia de sostenibilidad el transporte sigue teniendo una asignatura pendiente.
Fuente: Alicia Burdaspar / Planeta Inteligente – EL MUNDO,
Artículo de referencia: http://www.planetainteligente.elmundo.es/retos-y-soluciones/tren-o-avion-cual-es-el-precio-de-contaminar-menos,