COVID-19 ha golpeado duro a toda la sociedad. Una víctima colateral de la pandemia actual son las acciones dirigidas a manejar la crisis climática. Esto se evidencia, por ejemplo, en el aplazamiento de la COP26.
Además, las ambiciosas prioridades de financiación del Acuerdo Verde Europeo pueden ser reemplazadas por las de la pandemia de COVID-19. Una emergencia a corto plazo que amenaza los cambios necesarios a largo plazo no es nada nuevo, pero tampoco tiene por qué ser de esta manera. ¿Podemos crear condiciones beneficiosas para ambos objetivos?
Financiación bien dirigida después de la COVID-19
La pandemia de COVID-19 requiere un gran paquete de estímulos financieros que genere oportunidades para el cambio. No podemos simplemente continuar actuando de la manera en que lo hacíamos.
Cualquier paquete de estímulos debe ser integral y no solo incluir requisitos e indicadores para la economía, sino también para la equidad, la sostenibilidad, la habitabilidad y la salud. El dinero solo se puede gastar una vez y por lo tanto debemos hacerlo en la dirección que consiga salvar más vidas a largo plazo, y crear un mundo más justo, sostenible y habitable para la sociedad.
Según datos de las Naciones Unidas, el 55 % de la población mundial vive en áreas urbanas, una proporción que se espera que aumente al 68% en 2050. La planificación urbana subóptima y el transporte en las ciudades se han convertido en focos de contaminación del aire y de ruido, efectos de isla de calor y falta de espacios verdes.
Solo la contaminación del aire exterior mata a 9 millones de personas al año, un número que podría reducirse significativamente con una mejora de la calidad del aire como la registrada durante el confinamiento.
Un estudio reciente de evaluación del impacto para la salud en Barcelona ha revelado que alrededor del 20% de la mortalidad prematura se debe a factores relacionados con planificación urbana subóptima y transporte. Las ciudades también son grandes emisoras de CO2, uno de los principales factores detrás de la crisis climática.
Medidas para una ciudad habitable y saludable tras la COVID-19
Las ciudades pueden ser el problema, pero también la solución. Son centros de innovación y creación de riqueza y tienden a ser más receptivas y ágiles en su gobierno.
Como parte de cualquier paquete de estímulos, las ciudades podrían y deberían tomar medidas para convertirse en ciudades neutras de carbono, más habitables y más saludables al cambiar sus prácticas actuales de planificación urbana y de transporte. Algunas de esas medidas son las siguientes:
Cambios en el uso del suelo
Para abordar esta cuestión, se deben considerar varios problemas:
- La alta densidad de población conlleva a menudo desplazamientos cortos porque el origen y el destino del viaje se encuentran próximos.
- Es importante tener diversidad, que se caracteriza por una mezcla de casas, tiendas, escuelas y lugares de trabajo en un área.
- Además, se debe buscar un mejor diseño que incluya conectividad e infraestructura para ir en bicicleta y caminar. Esto conduce a un mayor uso de la bicicleta, los traslados a pie y en transporte público y reduce el uso del automóvil.
El diseño real, el uso del espacio y el tráfico, la calidad del aire y la gestión de los espacios verdes son importantes. Por ejemplo, en Barcelona se ha propuesto un nuevo modelo urbano.
Las llamadas supermanzanas (superilla en catalán) tienen como objetivo recuperar el espacio público para la gente y reducir el uso del automóvil, la contaminación del aire, el ruido y los niveles de calor, y aumentar los espacios verdes y actividad física. Se podrían prevenir casi 700 muertes prematuras al año.
Reducir la dependencia del coche
Actualmente hay alrededor de mil millones de automóviles en el mundo y es probable que este número aumente. El coche eléctrico y el autónomo se plantean como solución a la contaminación del aire y el ruido, pero no solucionan la falta de actividad física y siguen ocupando gran cantidad de espacio público.
Una gran cantidad de viajes en coche (hasta el 50 %) cubren menos de 5 kilómetros de distancia y podrían recorrerse fácilmente con otros modos de transporte como la bicicleta. La bicicleta tiene muchas ventajas: reduce la mortalidad prematura, combina el transporte y el deporte, no causa contaminación atmosférica ni acústica, no emite CO2, utiliza mucho menos espacio que el automóvil y los ciclistas tienden a ser más felices.
Un estudio reciente en 167 ciudades de Europa encontró que podrían evitarse más de 10 000 muertes prematuras anualmente si el modelo de bicicletas compartidas creciera un 25%. Sin embargo, el ciclismo tiene requisitos previos importantes, como la disponibilidad de infraestructura segura, incluidos los carriles de bicicleta segregados.
Los espacios verdes de las ciudades
Los jardines de las ciudades tienen beneficios obvios, como la reducción de la contaminación, la mitigación del calor y el ruido, la captación de CO2 y la compensación de las emisiones de carbono. Detrás de todos estos efectos hay beneficios para la salud: una esperanza de vida más larga, menos problemas de salud mental, un mejor funcionamiento cognitivo, un mejor estado de ánimo y bebés más sanos.
Un estudio reciente estimó que más de 400 muertes prematuras, incluidas más de 200 muertes en las áreas de bajo nivel socioeconómico, podrían prevenirse anualmente en Filadelfia si la ciudad fuera capaz de cumplir su objetivo de aumentar la cobertura arbórea del 20% actual hasta un 30%.
Planificar los cambios provocados por la COVID-19
Lo que puede faltar en muchas ciudades es probablemente un concepto de lo que es una ciudad sostenible, habitable y saludable, y cómo aplicarlo en los protocolos de actuación. No hay ninguna receta que marque cuáles son los ingredientes de esa ciudad y cómo prepararla. Pero se necesita con urgencia.
Varias ciudades tienen el objetivo de prescindir totalmente de los coches. Por ejemplo, Hamburgo prevé que dejen de circular en 2034. El principal motivo es la acción climática, pero también puede tener muchos beneficios para la habitabilidad y la salud. Un buen ejemplo de un barrio sin automóviles es Vauban en Friburgo (Alemania).
Fomentar la participación ciudadana
Es necesario involucrar a la comunidad y a los ciudadanos en cualquier desarrollo de planificación urbana y de transporte para poder tener un enfoque ascendente.
El proyecto Ringland en Amberes (Bélgica) ha adoptado un enfoque interesante y novedoso. Es una iniciativa de 6 billones de euros de inversión que propone un modelo de desarrollo urbano sostenible a gran escala centrándose en un rediseño completo de la red de carreteras en la ciudad.
La investigación subyacente a este complejo proyecto de infraestructura ha sido organizada en su totalidad por ciudadanos locales en un modelo ascendente. Los estudios detallados, ejecutados por académicos externos, se financiaron mediante crowdfunding y posteriormente se presentaron al gobierno.
Artículo de referencia: https://theconversation.com/ensenanzas-del-coronavirus-8-medidas-para-hacer-ciudades-mas-habitables-y-saludables-136807,