La crisis alimentaria de inicios de 2008 ha acabado convirtiéndose en una gran crisis agraria, caracterizada por la pérdida de renta (-8%) y la destrucción de empleo.
La tasa de paro agrario en 2008 fue del 14%, tres puntos por encima de la tasa general de paro, que se situó en el 11,3%. En el primer trimestre de 2009, la tasa de paro agrario se ha incrementado un 17,19% ya que hay que contabilizar 158.000 parados más.
Según la Encuesta de Población Activa (EPA), el número de ocupados en el sector en 2008 ha descendido en 42.000 personas respecto al año 2007, hasta llegar a la cifra de 831.000 efectivos. Es el tercer año consecutivo con una importante reducción del número de ocupados.
Por Comunidades Autónomas podemos afirmar que gran parte de los ocupados en el sector primario se encuentran en Andalucía (27%), Galicia (11%) y Castilla y León (10%). Sin embargo, en términos relativos podemos constatar que Extremadura Murcia y Galicia. son las regiones con mayor vocación agraria.
Debemos reconocer que el número de mujeres y jóvenes al frente de las explotaciones, es muy bajo lo que supone una grave amenaza para la viabilidad de las mismas, ya que nuestras explotaciones presentan carencias estructurales que deben ser afrontadas principalmente por las jóvenes generaciones, así como con una participación plena de las mujeres: innovación, diversificación, tecnología, gestión, técnicas de valorización de los productos, etc. El 19 % de los ocupados son extranjeros y tan sólo el 28% mujeres.
La gran crisis agraria que actualmente vivimos, está caracterizada por la pérdida de renta (-8%) y la destrucción de empleo. Mientras que los precios en el campo se han desplomado de forma generalizada, han sufrido un incremento de los costes de producción en el último año de 2.610 millones de euros. Esta cifra supone un coste anual por explotación de 6.525 euros, debido a la escalada de los precios de los fertilizantes, gasóleo y piensos.
La cifra de ocupados en el sector agrario español es del 3,8%, dentro de una tendencia descendente, nos está enseñando un grave riesgo de desmantelamiento en muchos sectores de producción agropecuaria, ya que necesitamos una cifra mínima y un mínimo nivel de relevo generacional para mantener un sector agrario viable en el Estado Español.