La imparable expansión del mosquito tigre (Aedes albopictus) en España se ha visto aupada en 2020 por la pandemia de la COVID-19. En lo que va de año, se han detectado el doble de estos insectos respecto a 2019 (de 885 a 1.798 avisos), según Mosquito Alert, un proyecto científico de participación ciudadana gestionado por el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF), el Centro de Estudios Avanzados de Blanes (CEAB-CSIC) y la Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados (ICREA).
Se trata de la cifra más elevada desde 2014, año en que esta aplicación móvil, descargada por más de 74.000 personas, empezó a recabar datos. Los expertos atribuyen este aumento a las altas temperaturas, las lluvias regulares y los efectos del confinamiento.
“Las densidades del mosquito tigre se explican por dos factores: el clima y la conducta humana. Ambos son los que proporcionan periódicamente puntos con agua, dónde crían”, explica Frederic Bartumeus, investigador del CEAB-CSIC. La especie se detectó por primera vez en España en San Cugat del Vallés (Barcelona) en 2004. Desde ahí se ha extendido a lo largo de estos años por toda la costa mediterránea.
Mosquito tigre
El mosquito tigre (reconocible por los anillos blancos y negros de su abdomen y patas) es una especie asiática, pequeña y que se caracteriza por ser muy agresiva y con una picadura más molesta que la del común (Culex pipiens). Los riesgos de su presencia radican en su capacidad para transmitir hasta 22 tipos de virus diferentes, asociados a enfermedades peligrosas como el virus zika, el dengue o el chikungunya.
La sensación de que este verano han picado más en las piernas (la especie vuela y ataca bajo), sobre todo en el litoral mediterráneo, no es infundada. Los motivos son que la lluvia ha sido más regular y se ha sincronizado con los ciclos reproductivos de esta especie invasora. La primavera de 2020 ha sido la más calurosa de España desde 1965 y la quinta más lluviosa del siglo XXI, según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet).
Los factores meteorológicos, junto a la prohibición de viajar a las segundas residencias durante marzo y abril, que afectó al mantenimiento de jardines, piscinas y terrazas, aumentó los puntos de agua donde pueden multiplicarse. Para ellos, una maceta representa un nido idóneo. Con una temperatura superior a 10 grados, 10 centímetros cúbicos de agua y siete días tienen suficiente.
“El cierre de las escuelas y el aumento de la venta de piscinas hinchables también ha podido influir en este aumento tan pronunciado”, añade Roger Eritja, entomólogo del CREAF.
Más agresivos que el común
La disponibilidad de agua permitió que las larvas se desarrollasen más rápido, acortando el tiempo entre generaciones. La reproducción se avanzó en abril, un mes antes de lo que es habitual, según la Agencia de Salud Pública de Barcelona, que también colabora con el proyecto.
A la explosión de mosquitos en primavera le siguió un verano que, por sexto año consecutivo, registró temperaturas más altas de lo normal, con episodios intensos y repetidos de precipitaciones. Además, estos meses de otoño están siendo cálidos y los mosquitos siguen activos.
La plataforma ha recibido 250 observaciones confirmadas entre octubre y hasta noviembre. En 2019, en el mismo periodo, se notificaron 116 mosquitos tigre, nueve de ellos en noviembre, hasta el 28 de noviembre de 2020 se han registrado 50 reportes, esto es, cinco veces más que en el año pasado.
Fuente: CARLOS GARFELLA PALMER / EL PAÍS,
Artículo de referencia: https://elpais.com/clima-y-medio-ambiente/2020-12-01/la-deteccion-de-mosquito-tigre-en-espana-se-duplica-en-2020.html,