Oso pardo en el agua

La  situación  de  los  osos  en  la  Península  Ibérica  es  crítica.  Investigadores  de  la Universidad  de  Oviedo  (UO)  y  del  Consejo  Superior  de  Investigación  Científicas (CSIC) han  realizado una  identificación genética a partir del análisis de heces y pelo de  los osos pardos  (Ursus arctos) de  la cordillera cantábrica  recogidos entre 2004 y 2006. 
 
El  análisis  no  invasivo  de  146  muestras  ha  permitido  identificar  a  39  osos  en  la subpoblación occidental y 9 en  la oriental, y así mostrar  la estructura genética de  la población.  Para  obtener  los  genotipos  individuales  de  los  osos,  los  científicos  han empleando de forma conjunta 18 marcadores microsatélite y un marcador del sexo con tecnología genética punta.

El  estudio,  que  aparece  en  el  último  número  de  la  revista  Conservation  Genetics, señala que la diferencia entre las dos subpoblaciones cantábricas es “extrema”, de un 41%. Este  valor es  comparable, por ejemplo, al existente en poblaciones de  rebeco (Rupicapra) que son consideradas de distinta especie. 
 
Para Domínguez Sanjurjo, una de las autoras del estudio, este  fenómeno  "sólo se puede explicar por un aislamiento absoluto  entre  ambas  subpoblaciones  unido  a  un  tamaño  extremadamente  reducido en  la  oriental".  A  partir  de  estos  datos  de  diferenciación  entre  subpoblaciones  "se puede  inferir  que  no  ha  habido  flujo  genético  entre  ellas  al menos  desde  hace  50 años", afirman las científicas. 
 
La subpoblación cuenta con un número en torno a los 20 individuos, número que "está muy  lejos del  tamaño que se considera mínimo viable, por  lo que su conservación a corto plazo está seriamente comprometida", añade la bióloga. 
 
Por  su  lado,  la  subpoblación  occidental  presenta  niveles moderados  de  diversidad, "debido probablemente a una  importante reducción en el número de osos que habría empezado hace 300 años", subraya Dominguez Sanjurjo. Aunque a finales de los años 90 el tamaño estimado  para  esta  subpoblación  era  de  entre  50  y  60  ejemplares,  "este  número debería situarse cerca de los 200 individuos para que la población de osos sea viable a corto plazo", declaran las científicas.
 
Conectar las poblaciones, una solución
 
A pesar de que  la población oriental es  la que menos  individuos  tiene,  la occidental posee  "un gran  riesgo de extinción a medio plazo", señala Domínguez. Para ello,  las investigadoras explican que "la conectividad entre las dos subpoblaciones es prioritaria si se quiere mantener el núcleo oriental que estaría en riesgo de extinción inmediata".
 
Para que los osos pardos se encuentren fuera de peligro a largo plazo "será necesario controlar  la  población  en  su  conjunto,  estimar  el  tamaño  y  tendencia,  procurar  la conectividad entre las dos subpoblaciones y evitar pérdidas de hábitat", concluyen las investigadoras.  



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