Las sequías que ha sufrido Europa durante las dos últimas décadas, en particular desde 2015, han sido más severas que las que ha habido en los dos últimos milenios. Así lo asegura esta semana un equipo internacional de investigadores que atribuye al cambio climático provocado por la acción del hombre la mayor frecuencia de periodos sin lluvias y advierte de los efectos en los bosques y en los cultivos.
Sequías prolongadas
Porque, como señalan los autores de esta investigación publicada en la revista Nature Geoscience, las sequías prolongadas pueden tener profundos efectos tanto en el medio ambiente como en la sociedad. Los últimos ejemplos han sido las sequías de 2003, 2015 y 2018, cuyo impacto se sintió en los sistemas sanitarios de los países más afectados y en la producción de alimentos de Europa.
«Nuestros resultados muestran que lo que hemos experimentado durante los últimos cinco veranos es extraordinario para tratarse de Europa central», señala Ulf Büntgen, profesor de la Universidad de Cambridge y líder de esta investigación en la que participan científicos de República Checa, Alemania y Suiza.
Los investigadores se preguntaron si Europa central siempre había sufrido en el pasado este tipo de sequías, pero la falta de registros meteorológicos fiables impedía comparar la tendencia actual, perfectamente monitorizada gracias a la tecnología actual, con lo que ocurría hace siglos e incluso milenios.
El archivo de la naturaleza
Así que recurrieron al archivo de la naturaleza: los troncos de los árboles. Büntgen y sus colegas reconstruyeron la cronología y severidad de las sequías que han asolado Europa central en los dos últimos milenios analizando un total de 27.089 anillos de 147 troncos de robles (vivos y muertos) que han crecido en los últimos 2.110 años.
Midieron su composición, para cuantificar independientemente los isótopos de oxígeno y carbono de sus anillos, pues estos varían en función de cómo el árbol responde al estrés térmico y al agua. Es decir, su composición es diferente si el árbol está expuesto a altas temperaturas o si recibe lluvia.
Combinando los datos que leyeron en los árboles vivos con los obtenidos de troncos extraídos de edificios antiguos y yacimientos arqueológicos, pudieron determinar en qué años hubo sequías y qué periodos fueron más húmedos.
Así, su análisis de los isótopos reveló que en los años 200, 720 y 1100 hubo veranos muy húmedos mientras que los de los años 50, 590, 950 y 1510 fueron muy calurosos. Las muestras del periodo 2015-2018 revelaron periodos de sequías más intensos.
Su conclusión fue que la alta frecuencia interanual de las sequías europeas en las últimas dos décadas no tiene precedentes, incluso en comparación con las pronunciadas sequías históricas que hubo en el siglo VI y principios del siglo XVI, durante el Renacimiento.
Los científicos sugieren que los cambios en los patrones de circulación atmosférica debido al cambio climático son los principales responsables del reciente aumento de los veranos europeos secos y calurosos. «La extinción de bosques sin precedentes que se está dando en gran parte de Europa central corrobora nuestros resultados», según Mirek Trnka, coautor e investigador del Centro CzechGlobe, en República Checa.
Fuente: TERESA GUERRERO / EL MUNDO,
Artículo de referencia: https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/medio-ambiente/2021/03/15/604bb7bffdddffd3ad8b4607.html,