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Es cierto que en los últimos años algunas regiones han logrado reducir o revertir la deforestación. Pero el hecho es que la pérdida y degradación forestales continúan a ritmos alarmantes. No pudimos cumplir la meta de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de gestionar de manera sostenible todos los tipos de bosques y detener su disminución para 2020. Y si queremos lograrlo antes de 2030, el mundo debe prestar atención al llamamiento del secretario general de la ONU, António Guterres, de frenar este problema.

Se estima que, desde 1990, debido a la deforestación han desaparecido 420 millones de hectáreas de bosques, que equivalen a las superficies de India y Portugal combinadas. Continuamos perdiendo alrededor de 10 millones de hectáreas cada año, un área de aproximadamente el tamaño de la República de Corea, o el doble del tamaño de Costa Rica. Y en África, el ritmo de reducción se acelera.

Por otra parte, la pandemia de la COVID-19 ha aumentado el riesgo de la deforestación debido a la migración inversa hacia las zonas rurales, el aumento de la presión que se ejerce sobre los bosques para proporcionar medios de vida de subsistencia, y una disminución de los recursos que se asignan al monitoreo forestal y al cumplimiento de la ley.

Todo esto repercute negativamente sobre las personas, la biodiversidad y el planeta. También genera un efecto en cadena sobre el cumplimiento de otros ODS, incluidos los que se vinculan a la pobreza, el hambre, la salud y, quizás lo más apremiante, la acción climática. La deforestación y otras actividades de uso de la tierra representan el 11% de las emisiones mundiales de los gases de efecto invernadero. Si esto no cambia, no podremos cumplir los objetivos climáticos.

Bosques

Pero si detenemos la deforestación y restauramos las tierras degradadas, podremos marcar una verdadera diferencia. La restauración forestal por sí sola tiene el potencial de eliminar de 13 a 26 gigatoneladas de gases de efecto invernadero de la atmósfera entre 2020 y 2030.

Para ponerlo en contexto, en 2018, el sector agrícola mundial emitió un poco más de cinco gigatoneladas de gases de efecto invernadero de dióxido de carbono equivalente. Por todas las razones mencionadas, con motivo de la 16ª sesión del Foro de las Naciones Unidas sobre los Bosques, 15 organismos internacionales que trabajan en el tema forestal emitieron una declaración conjunta donde destacan la necesidad de revertir la deforestación y aumentar la superficie forestal mundial.

Presidida por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la Asociación de Colaboración en materia de Bosques incluye organismos de la ONU, cuatro convenciones y otras organizaciones que poseen programas importantes sobre los bosques. En el comunicado, expusieron la alarmante realidad de los impactos de la deforestación, pero también describieron las oportunidades y las acciones necesarias para detenerla. Entonces ¿qué puede hacerse?

Revertir la deforestación

En primer lugar, debemos abordar la creciente demanda de productos agrícolas y, al mismo tiempo, limitar la expansión de la agricultura hacia las zonas forestales.

La buena noticia es que alimentar a una población mundial en crecimiento y detener ―o incluso revertir― la deforestación no son acciones mutuamente excluyentes. Podemos lograr ambas si se brinda apoyo a las prácticas agroforestales y de producción sostenibles y si se hace una planificación mejor y más equilibrada del uso de la tierra.

Otras piezas importantes del rompecabezas son restaurar la productividad de las tierras agrícolas degradadas, reforzar los compromisos de los sectores público y privado para erradicar la deforestación, reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos y educar a los consumidores.

También debemos promover la legalidad en la producción y el comercio de la madera, y minimizar los efectos de los incendios forestales, las plagas y las enfermedades. Para lograr esto, se deben cambiar las políticas para reformar los subsidios agrícolas, fortalecer la gobernanza forestal y mejorar los derechos de tenencia.

Se debe invertir dinero, tanto del sector público como privado, para apoyar la restauración forestal y la conservación y el uso sostenible de los bosques. Y los esfuerzos deben involucrar la participación activa de todas las partes interesadas, lo que incluye a los pueblos indígenas, quienes administran aproximadamente el 28% de la superficie terrestre del mundo, las comunidades locales, las mujeres y los jóvenes. La sociedad aprendió muchas lecciones en 2020 y la pandemia fue, en muchos sentidos, el resultado de una ruptura en la relación entre los sistemas humanos y los sistemas naturales.

Protección, gestión y restauración de los ecosistemas

Al adentrarnos en el Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas 2021-2030, debemos reconocer que la protección, gestión y restauración de los ecosistemas es una parte necesaria de nuestra respuesta y recuperación a escalas global y local.

Las inversiones en la restauración forestal pueden crear millones de empleos verdes, mejorar la salud humana y aumentar la seguridad alimentaria. Las asociaciones y la cooperación mundiales son fundamentales. La Asociación de Colaboración en materia de Bosques reconoce esto y sus miembros continuarán trabajando juntos para ampliar las ambiciones globales a fin de revertir el rumbo de la deforestación y cumplir con los ODS y los objetivos forestales mundiales de la ONU.

En esta década tenemos una oportunidad, quizás nuestra última oportunidad, de cambiar el rumbo de la deforestación, de salvar y restaurar nuestros bosques y poner en práctica políticas y formas de hacer negocios que los protejan. Pero para hacerlo, debemos actuar todos juntos.

Fuente: METTE LØYCHE WILKIE / MALGORZATA BUSZKO-BRIGGS / EL PAÍS,

Artículo de referencia: https://elpais.com/planeta-futuro/2021-04-28/la-ultima-oportunidad-de-salvar-los-bosques.html,



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