El informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático establece con claridad que son los países más industrializados quienes con mayor esfuerzo y rapidez deben realizar reducciones profundas de gases de efecto invernadero para evitar sobrepasar el 1,5 ºC. Con este objetivo, las emisiones deben reducirse a la mitad en 2030 y alcanzar la neutralidad en torno a 2040. Para ello, este informe incluye numerosas medidas a desarrollar entre las que se encuentra el gas y reafirma la necesidad de un cambio sistémico como única forma de lograr las reducciones rápidas requeridas.
En este contexto, la red Gas No Es Solución y las organizaciones abajo firmantes han considerado de vital importancia expresar que las sanciones y medidas tomadas por la Unión Europea y el Estado español en el contexto de la guerra en Ucrania no pueden convertirse en una excusa para incrementar la dependencia de los combustibles fósiles sin importar de donde provengan.
La necesidad de reducir el consumo energético drásticamente en los próximos años y dejar los combustibles fósiles bajo el suelo es una llamada a la conciencia global para afrontar un problema sistémico con profundas raíces sociales, económicas, políticas y culturales.
Si bien es necesario reducir la dependencia de carbón, petróleo, gas y nuclear de Rusia lo antes posible, no se debe hacer a costa de aumentar las explotaciones fósiles en otras partes del mundo, ya que, además de las consideraciones climáticas, muchas veces financian otros regímenes autocráticos.
Gas Natural Licuado
Los instrumentos de los que se está dotando la UE, como la hoja de ruta REPowerEU o el reciente acuerdo con EEUU (Task Force on Energy Security) para aumentar el suministro de gas natural licuado (GNL), si no se aplican adecuadamente podrían consolidar la dependencia a los combustibles fósiles en lugar de suponer un avance considerable para la transición energética justa.
Cualquier expansión de las infraestructuras de combustibles fósiles nos alejará de la última oportunidad de evitar el caos climático, y continuará con las décadas de daños causados a las comunidades que viven cerca de los pozos de gas de fractura hidráulica o “fracking”, generando las llamadas zonas de sacrificio. También se producen impactos en las poblaciones cercanas a las infraestructuras de Gas Natural Licuado (GNL), los gasoductos y las terminales de exportación e importación.
Por otro lado, es necesario resaltar que las infraestructuras gasistas no son una solución a corto plazo, ya que pueden tardar años en entrar en funcionamiento, desviando recursos de las inversiones que realmente ayudarán a reducir rápidamente la demanda de gas, como la eficiencia energética, la electrificación, la promoción de las energías renovables, el impulso al autoconsumo y a las comunidades energéticas.
Para justificar esta inversión en el largo plazo se habla de la necesidad de que esta infraestructura sea compatible con el hidrógeno renovable, pero ni las redes gasistas europeas están listas para transportar hidrógeno ni este es todavía competitivo ni eficiente de producir (y puede que nunca lo sea del todo). El hidrógeno renovable no puede convertirse en una falsa coartada que fortalezca el papel del gas fósil y la inversión en más infraestructuras innecesarias. Por ello, no debe considerarse como una solución climática a gran escala.
Implementar soluciones coherentes
Ante la emergencia sanitaria, ambiental y social mundial en la que nos encontramos, la Unión Europea y el Estado español deben implementar soluciones coherentes que aceleren la acción climática, y que no pongan en peligro el camino ya recorrido, evitando por todos los medios la expansión de las infraestructuras de combustibles fósiles, la energía nuclear y otras falsas soluciones que se están planteando estos días. En su lugar todos los esfuerzos deben ir dirigidos a:
- Promover la resiliencia energética mediante la reducción de la demanda, la eficiencia energética y la aceleración de la generación renovable respetuosa con la naturaleza y las personas, priorizando el autoconsumo y las comunidades energéticas locales.
- Proteger a las personas en estado de vulnerabilidad mediante una tarifa social para la energía y los suministros básicos; además implementar un cambio masivo de calderas de gas por sistemas renovables y la inversión en eficiencia energética en los edificios.
- Aumentar la ambición climática, reforzando herramientas legislativas como el paquete Fit for 55, la Ley de Cambio Climático y Transición Energética y realizando una revisión ambiciosa del Plan Integrado de Energía y Clima a nivel estatal y las estrategias regionales.
- Prohibir la publicidad y los patrocinios de las empresas de combustibles fósiles. El IPCC señala que estas estrategias de comunicación lavan la cara y son responsables de perpetuar nuestra dependencia de tecnologías sucias.
Sistema energético dependiente de los combustibles fósiles
Una mirada exclusivamente económica y de corto plazo no puede prevalecer frente a la magnitud de los retos que se nos presentan. La declaración de Emergencia Climática por parte del Estado español el 21 de enero de 2020 no debería olvidarse. Y, tras las conclusiones del último informe del IPCC queda claro que el tiempo se agota, por ello, la acción climática debería colocarse como prioridad en el panorama político, social y mediático.
Hoy más que nunca, se evidencian las costuras de un sistema energético que es todavía excesivamente dependiente de los combustibles fósiles y que amenaza y vulnera los derechos y la seguridad de las personas. Atravesamos un momento crucial en el que es necesario acelerar la transición energética justa y la reducción del consumo energético sin dejar a nadie atrás. Por todo ello, la sociedad civil planteamos nuestra disposición a participar en la construcción de soluciones sociales y medioambientalmente sostenibles, ya que el momento para la acción transformativa es ahora o no será.
Fuente: WWF
Artículo de referencia: https://www.wwf.es/informate/actualidad/?60521/El-gas-no-es-la-solucion