Los resultados indican que la proporción de topillos infectados por tularemia fue “particularmente alta y significativamente mayor” entre animales encontrados muertos en zonas tratadas con rodenticidas; un 66,7%.
Plaga en 2006 y 2007
La plaga de topillos que se produjo en Castilla y León entre 2006 y 2007 se intentó frenar con la liberación masiva de rodenticidas (conocidos comúnmente como raticidas).
Para Juan José Luque, responsable del estudio,“es posible que el tratamiento con rodenticidas en superficie haya favorecido la diseminación de la enfermedad, por canibalismo o inhalación, al promover la presencia de una gran cantidad de cadáveres en el campo”.
Luque subraya que los resultados de este estudio coinciden con las publicaciones científicas y declaraciones de médicos de Castilla y León, que señalaron que uno de los factores que pudo causar esta epidemia fue la gran cantidad de topillos muertos que había en los campos en el momento de la cosecha.
Por otra parte, los investigadores exponen que el uso de rodenticidas anticoagulantes de segunda generación, como la bromadiolona, no está justificado, “dado que pueden ser mucho más dañinos para otra fauna no objeto de control”.
Infecciones en humanos en 2007
Durante los meses de febrero y marzo de 2007 se liberaron en el núcleo donde se originó la plaga de topillos, al sur de Palencia, granos de cereal tratados con clorofacinona mediante abonadoras. De forma simultánea, se recogieron cadáveres de topillos y se colectaron vivos trampeados, tanto en zonas tratadas con rodenticidas como en áreas sin tratar.
Este mismo año comenzó una epidemia de tularemia en humanos, cuyo foco inicial coincide con el área de la provincia de Palencia donde comenzó la plaga de topillos.
La epidemia se disparó en julio de 2007, durante la cosecha de cereal, y predominaron los casos de infección por vía inhalatoria, a diferencia del brote de 1997, que fue asociado a la manipulación de liebres, es decir, a un contagio por contacto.