El ensuciamiento de los núcleos urbanos se debe a causas que se relacionan directamente con el hombre y sus actividades de transporte, construcción, comercio, etc., y a causas derivadas del ciclo de la naturaleza. Las causas humanas obedecen a dos razones de tipo sociocultural: por un lado, la relativa carencia histórica de ordenanzas municipales y de legislación para la abordar el problema; por otro, el propio carácter de la sociedad y la forma de ver y entender los problemas medioambientales. Entre las causas naturales, el clima es un factor condicionante. En España, la actividad urbana se desarrolla en la vía pública en niveles muy superiores a la media europea al menos en un tercio de los núcleos urbanos durante todo el año, y prácticamente en la totalidad durante los meses cálidos; la consecuencia que se desprende es un mayor grado de ensuciamiento. El bajo nivel pluviométrico del país contribuye, además, a una escasa limpieza natural.
La plena interacción de los elementos naturales con la actividad ciudadana incide en la composición de los residuos sólidos viarios, de manera que en su análisis se pueden observar fracciones de clara identificación, pero también un buen número en las que es difícil concretar su origen y naturaleza.
La diversidad de fuentes contaminantes según ciudades, áreas urbanas y pueblos, en función de la actividad comercial, el clima y el nivel de lluvias, la industria y, sobre todo, los hábitos y costumbres,marca los distintos niveles de producción de residuos viarios. La media española de estos niveles está cifrada en:
El ecosistema urbano produce residuos que pueden clasificarse por su origen en:
- Partículas sedimentables procedentes de la atmósfera.
- Tierras y arenas.
- Residuos naturales.
- Partículas sedimentables procedentes de la atmósfera. En la atmósfera existen partículas en suspensión que se deben en parte a causas naturales, como la erosión, los incendios forestales, las lluvias, etc. Se sedimentan en el suelo según su composición y tamaño, el nivel de lluvias que las arrastra y otros factores, siendo una de las causas de ensuciamiento de los núcleos urbanos. Las partículas cercanas a las 10 micras de diámetro tienen un bajo poder de sedimentación, pero las que superan las 20 micras se depositan con suma facilidad, y debe tenerse en cuenta que un elevado porcentaje de este tipo de residuo supera las 300 micras de diámetro.
- Tierras y arenas procedentes de la atmósfera. Arrastres de diverso tipo mueven y depositan tierras y arenas sobre los pavimentos, constituyendo otro foco de ensuciamiento. Los fenómenos meteorológicos transportan partículas de arena y barro; en otros casos, los vehículos, tras el paso por terrenos no urbanizados, producen un efecto similar. A la dispersión de tierras y arenas contribuyen también las obras en las vías públicas, la construcción y el desescombro y su transporte.
- Residuos naturales procedentes de fauna y flora urbana. Son originados por los procesos naturales que se desprenden de la escasa vida salvaje que existe en el entorno urbano. Las especies vegetales que crecen en las ciudades generan ensuciamiento. Flores, semillas, hojas, ramas y cortezas se desprenden, caen al suelo y se unen a otros residuos procedentes de la actividad ciudadana. Las cantidades oscilan según clima y extensión de zona verde, entre otros factores.
Del mismo modo, y sin considerar la fauna propiciada por el hombre, se cuentan por miles las especies de insectos, mamíferos, aves y otros animales no domésticos que tienen en los núcleos urbanos su hábitat natural. Las torres y espadañas de muchas iglesias son zona de nidificación y cría del cernícalo; con la llegada de la primavera, el vencejo aparece en las plazas de las ciudades, llegando sus excrementos a ser un serio problema de ensuciamiento. Asimismo, gorriones, mirlos, palomas, cigüeñas y otras especies que acompañan al hombre de forma natural, causan ensuciamiento como consecuencia de sus procesos biológicos. Estos residuos, una vez depositados en las vías urbanas, sufren un rápido proceso de transformación debido a la abrasión que el paso de transeúntes y vehículos producen, de manera que su tamaño se reduce y llegan a integrarse con los restos propios de las actividades urbanas.