Uno de los objetivos originales de esta reforma era fomentar y generalizar unas prácticas agrarias más beneficiosas para el medio ambiente. Así se podría revertir la pérdida de biodiversidad y la degradación de recursos naturales, de cuyo buen estado depende el futuro de la propia agricultura. Igualmente se pretendía mejorar el apoyo a los sistemas agrarios de mayor valor ambiental y social, que actualmente reciben ayudas marginales. Sin embargo, lo que se ha acordado es un sistema pintado de verde que mantiene en gran medida la injustificable situación actual e intenta conceder las ayudas a los agricultores con unos compromisos ambientales aún menores que los actuales en algunos casos.
SEO/BirdLife y WWF muestran también su preocupación sobre cómo el fondo de Desarrollo Rural (FEADER) ha sido marginado en este acuerdo, dejándolo en una posición secundaria que no aprovecha su gran potencial para resolver muchos de los problemas de la agricultura y el medio rural europeo.
A pesar de la continua reducción del número de agricultores, especialmente los más pequeños, y los graves problemas de erosión, sobreexplotación y contaminación del agua y pérdida de biodiversidad, se ha perdido la oportunidad de poner remedio a esta situación. En esto, el Consejo de Agricultura ha tenido una gran responsabilidad, y en concreto los representantes españoles han preferido evitar los conflictos internos defendiendo el status quo en lugar de apostar por los valores ambientales y culturales que diferencian a nuestra agricultura. Ambas ONG señalan que la nueva PAC no sólo pondrá en riesgo el cumplimiento de los objetivos ambientales de la UE, sino también el futuro de la agricultura europea a medio plazo.
Algunos detalles del acuerdo
Los negociadores han acordado un gasto mínimo para objetivos ambientales en los programas de desarrollo rural incluso superior al actual (un 30% frente al 25%), pero incluyendo medidas de cuestionable eficacia en conseguir beneficios ambientales, como las inversiones en infraestructuras y ayudas a la modernización de explotaciones.
Han fracasado además en vincular los pagos directos a un paquete de prácticas simples y efectivas para conseguir mejoras ambientales en las tierras agrarias europeas. Finalmente, se ha acordado un menú demasiado amplio de prácticas de valor variable entre las que poder elegir, excluyendo de partida a la mayoría de agricultores del cumplimiento de estos nuevos requisitos. Además, la posible doble financiación de las mismas prácticas ha sido resuelta sólo parcialmente, renunciando a unas medidas agroambientales más ambiciosas.
Una de las prácticas más relevantes, el mantenimiento de “áreas de prioridad ambiental” en cada explotación, se ha llenado de excepciones y posibles usos, incluidos algunos cultivos convencionales o intensivos, reduciendo enormemente su valor potencial para la biodiversidad. Y de manera crucial para España, los cultivos leñosos han sido completamente excluidos de tener que cumplir con cualquier requisito ambiental adicional, ignorando los graves problemas que presentan en algunas zonas. Es el caso del olivar o el viñedo, por ejemplo.
Ni siquiera se ha aceptado incluir dentro de la condicionalidad vinculada a las ayudas la nueva normativa en vigor de relevancia para el sector, que regula el uso de plaguicidas y el manejo del agua.
Además se han eliminado algunos requisitos importantes para la protección del medio ambiente en el entorno agrario, que ya estaban en vigor en la actualidad. En concreto, se han desprotegido los pastos permanentes fuera de las áreas Natura 2000, obviando la importancia de estos espacios como sumideros de carbono y, por tanto, para la lucha contra el cambio climático. También se han eliminado ciertos requisitos destinados a la protección de hábitats y especies de interés.
¿Y ahora qué?
El pacto logrado en Bruselas deja en manos de la Comisión la decisión sobre elementos clave y un gran margen de maniobra a los Estados en la aplicación de la futura PAC en su territorio. SEO/BirdLife y WWF seguirán luchando para la conservación de los recursos naturales, para garantizar el futuro del sector y de la seguridad alimentaria. La agricultura es una actividad fundamental para la protección de especies, hábitats, paisajes y ecosistemas que estamos obligados a conservar por nuestro propio interés. Es una parte del propio sector el que ha contribuido a crear y conservar esos paises.