La Comisión Europea (CE) presentó ayer una base de datos de los distintos métodos de «gestión integrada de plagas» (MIP) para vigilar los daños que ocasionan en los cultivos y plantas, además de las prácticas que se deben llevar a cabo para reducir el uso de pesticidas químicos.
Según la propuesta de biodiversidad y sostenibilidad lanzada hace unos meses, la Comisión Europea (CE) se ha marcado el objetivo de reducir el 50% del uso de pesticidas químicos para el año 2030. Desde Bruselas insisten en que no se prohíbe totalmente el uso de pesticidas químicos, ya que el objetivo de reducir a la mitad el uso de dichos pesticidas sería legalmente vinculante.
Frans Timmermans, vicepresidente de la Comisión Europea, lo explicó de la siguiente manera:
Estos planes también incluyen un objetivo obligatorio de recuperación de la naturaleza para el año 2030. De esta forma, los países podrán reparar el 20% de los ecosistemas que hayan sido dañados.
Virginijus Sinkevičius, comisario europeo de Medio Ambiente, indica que esta idea supondrá grandes beneficios para todos:
¿En qué consiste esta base de datos?
Una correcta gestión integrada de plagas es una forma de agricultura ecológica, ya que se basa en el uso de métodos naturales para erradicar las plagas de los cultivos y plantas, utilizando los pesticidas químicos como último recurso para minimizar los riesgos que pueden ocasionar tanto en el medio ambiente como para la salud de los seres humanos.
La base de datos que ha presentado la Comisión Europea (CE) incluye los siguientes contenidos:
La Comisión Europea (CE) ha comunicado que están desarrollando un estudio para investigar las prácticas actuales de la gestión integrada de plagas:
Y añaden que están explorando cuáles son los principales elementos que afectan a la disminución de la dependencia del uso de pesticidas:
¿Qué daños provoca el uso de pesticidas químicos?
El uso excesivo de pesticidas químicos provocan numerosos daños ambientales que erosionan tanto la salud de los seres humanos como la salud de nuestro planeta. Utilizados mayoritariamente en las prácticas agrícolas, los expertos informan que su uso conlleva un gran riesgo de ocasionar elevados daños ambientales, como la contaminación del agua y del suelo.
El agua se ve afectada gravemente, ya que un uso excesivo de estos pesticidas permite que el nitrógeno y los fosfatos se infiltren en las aguas subterráneas o sean arrastrados por los diferentes cursos fluviales. Esta sobrecarga de nutrientes genera que se produzca el llamado efecto de la eutrofización en los diferentes medios acuáticos, como embalses, estanques y lagos.
Un suelo contaminado puede perder su fertilidad debido al incremento de la acidez de estos pesticidas, puesto que muchos fertilizantes químicos contienen ácido sulfúrico y ácido clorhídrico, los cuales pueden ocasionar un daño extremadamente grave a los microorganismos que habitan en el suelo si se usan de manera excesiva.
Fuentes: Redacción Ambientum, EFE VERDE