Espirales con crema de puerros, arroz integral con salsa de tomate, tortilla de verduras, garbanzos con chorizo, lentejas con arroz… forman parte de un menú ecológico para niños. Aunque son muy pocas, algunas escuelas apuestan por ofrecer a sus alumnos los mejores alimentos, los que no llevan hormonas, pesticidas, aditivos… Algunos colegios comienzan introduciendo poco a poco las verduras, las frutas y otros productos ecológicos en sus menús. Otros centros han cambiado las empresas convencionales de catering por otras cuyas con inquietudes van más allá de la dieta equilibrada: garantizan la máxima calidad en la mesa a la vez que se prima la producción local.
«Hay muchos niños que han descubierto el pan integral en la escuela porque lo comen cada viernes, o verduras como el pimiento o las espinacas, que las comen pocas veces en casa», explica David Beltrán, director de la escuela Fort Pienc de Barcelona. En este centro, que abrió puertas en el 2003, se queda a comer el 90% de los 376 alumnos de hasta 9 años. La asociación de padres y madres de alumnos (AMPA) se implicó directamente en la elección de la empresa que tenía que encargarse del comedor. El primer año lo adjudicaron a una gran compañía del ramo, como casi todos los colegios. Luego cambiaron de filosofía. «Si nuestro objetivo primero es educar, tenemos que educar en todos los ámbitos, y el comedor es una parte muy importante porque casi todos los alumnos se quedan a comer, además de enseñar unos hábitos enseñamos a valorar los productos sanos y ecológicos», dice Beltrán.
12 colegios con servicio de comedor ecológico
Esta escuela es una de las trece (doce centros públicos y una guardería privada) con las que trabaja la Fundació Futura, una entidad cuyo objetivo primero es la inserción laboral de personas con dificultades y que lo ha conseguido a través de la restauración y, con ello, la promoción de la alimentación responsable y sostenible, tanto en comidas para empresas y caterings como en los comedores escolares, en los que sirven menús para más de 3.500 niños.
«Entre el 70 y el 80% de los alimentos que utilizamos son ecológicos», explica Isabel Coderch, responsable del proyecto de comedores escolares sostenibles de Fundació Futura. Coderch reconoce que la vertiente pedagógica es muy importante en este campo.
Educar en como comer, tambien a los padres
«Con el bombardeo constante de información y publicidad se confunde lo ecológico con lo integral, lo vegetariano… Para nosotros, un producto que tiene sello ecológico pero viene de China no es sostenible; tenemos que explicar y demostrar que se puede comer de una forma más saludable y más justa socialmente hablando». ¿Por qué consumir manzanas de Argentina si aquí sobran?
«Vivimos en un mercado alterado, hemos perdido la vinculación con nuestros payeses y consumimos productos sin sabor», añade Coderch.
El objetivo es doblemente ambicioso teniendo en cuenta que durante los últimos años los índices de obesidad se han disparado entre los niños españoles, al tiempo que se han perdido hábitos alimentarios saludables. Se multiplican los fritos y productos manufacturados en detrimento de los hervidos, las verduras y las frutas frescas. «Hay padres que piensan que si sus hijos comen bien al mediodía pueden cenar una pizza o cualquier cosa», añade Coderch. Precisamente a los padres va dirigida una buena parte de su labor pedagógica.
En Catalunya, otras escuelas, especialmente las ubicadas en entornos rurales, van introduciendo paulatinamente productos ecológicos, normalmente producidos en su entorno más inmediato. La mayor parte de los centros, entidades y organizaciones implicados han constituido la Mesa de Trabajo de Alimentación Escolar Ecológica para impulsar este tipo de alimentación. «Hace tres años casi nadie estaba implicado, y ahora cada vez hay más escuelas interesadas», explica Neus Garriga, coordinadora del proyecto de soberanía alimentaria impulsado por Entrepobles. Este proyecto hace especial hincapié en la importancia del mundo rural, el desarrollo de circuitos cortos de distribución y la alimentación sana y ecológica. «Los comedores escolares son una forma efectiva de aplicar nuestros principios porque a través de los niños llegamos al profesorado y a las familias», mantiene Garriga.