En 2050, dentro de menos de 40 años, seremos más de 9.000 millones de habitantes en el planeta. Para entonces los humanos afrontaremos un enorme reto: producir un 50% más de alimentos para garantizar un sustento adecuado a toda la población. La agricultura sigue siendo la clave para conseguirlo y ya se sabe que factores como el cambio climático plantean una seria amenaza. La contaminación atmosférica con ozono, potenciada por las emisiones de gases de efecto invernadero desde fábricas, automóviles y otras fuentes, es otro de los factores capaces de reducir la producción de alimentos básicos en agricultura. Por primera vez, un estudio ha calculado el efecto conjunto de estos dos problemas en la producción de alimentos en todo el mundo entre 2000 y 2050. Aunque los resultados varían por región y cultivo, el trabajo resalta que juntos, ambos problemas pueden arruinar el 15% de la producción mundial de trigo, arroz, soja y maíz, los cuatro cultivos de los que los humanos sacamos más de la mitad de las calorías que consumimos. Si no se toman medidas para reducir la contaminación, el estudio predice además un aumento de casi un 50% de las hambrunas en países en desarrollo.

Los países ricos también afrontan serias amenazas. Uno de los resultados más llamativos del trabajo, publicado recientemente en Nature Climate Change, es que la producción de trigo en España caerá tanto en un escenario optimista en el que se reducen las emisiones como en el más pesimista.

“Esta disminución prevista en la producción es debida a la contaminación, por encima del cambio climático”, explica a Materia la investigadora española María Val Martín, coautora del estudio. El escenario optimista incluye las reducciones de emisiones que ya contemplan los países europeos para paliar el cambio climático, señala la autora. Pero ni siquiera esas medidas evitarán reducciones en ciertos cultivos, según las estimaciones del estudio. “Eso significa que España necesitará medidas más restringentes en el control de emisiones que el resto de Europa para la protección del cultivo del trigo”, resalta Val Martín, que trabaja en la Universidad del Estado de Colorado (EEUU) y en la de Sheffield (Reino Unido).

El trigo es uno de los cereales de mayor producción en España. El estudio muestra que es mucho más vulnerable a la contaminación por ozono que los otros estudiados. En el lugar opuesto estaría el maíz, mucho más amenazado por las altas temperaturas. “Aproximadamente, en 2050 el cultivo de trigo se reducirá en España un 7% con el escenario optimista y un 10% con el pesimista, principalmente por la contaminación”, detalla Val Martín. Europa, en cambio, sólo vería su producción afectada en el escenario más pesimista (caería un 15%) pero en el otro la producción aumentaría un 5%, según los datos del trabajo. Los gráficos muestran como España es, junto a Portugal, uno de los países más afectados de Europa en lo tocante al trigo incluso en el escenario optimista.

Mapa de los impactos en cada cosecha. En la primera columna, los resultados correspondientes al trigo para el escenario optimista (arriba) y el pesimista (abajo. En las otras dos columnas se muestran los datos de arroz y maíz. / María Val

El estudio  resalta que ambos factores estudiados deben abordarse juntos ya que el calentamiento agrava el problema de la contaminación. A mayores temperaturas, mayor es la producción de ozono a partir de otros compuestos resultantes del uso de combustibles fósiles. También es cierto lo contrario, es decir, reducir las emisiones ayuda a paliar los daños ocasionados por el cambio climático en todo el mundo.

Plantas resistentes

Calcular los efectos negativos del calentamiento y la polución a escala mundial es una labor titánica. Se necesitan para ello superordenadores capaces de manejar ingentes cantidades de datos. En este caso el equipo de Val Martín ha usado el superordenador Yellowstone, del Centro Nacional de Investigación Atmosférica, en EEUU. El superordenador permite simular la evolución del clima y la contaminación del planeta hasta 2050 partiendo de la media interanual de temperatura y contaminación e introducir las variaciones correspondientes a cada escenario.

Elegir cultivos resistentes puede ser parte de la solución, reconocen los autores del trabajo. El estudio no ha calculado los efectos de usar variantes resistentes al ozono. Pero reducir la concentración de este gas no solo mejoraría la agricultura sino también la salud pública, resaltan. Esto, dicen, “resalta la necesidad de cooperación entre agricultores, políticos y responsables de calidad del aire en lograr objetivos comunes en salud pública y seguridad alimentaria”.



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