Cultivo de maíz y algodón transgénicos
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Luz verde al uso de cultivos de algodón y maíz modificados genéticamente para alimentos y piensos. La Comisión Europea (CE) lo ha autorizado este martes y también ha renovado la autorización de otros dos maíces modificados genéticamente para el mismo fin. Sin embargo, no ha aprobado los cultivos transgénicos en la UE.

La modificación genética de cultivos, como el maíz y el algodón, ha generado un intenso debate a nivel global. Esta tecnología, que consiste en alterar el ADN de una planta para conferirle características específicas, promete aumentar la producción agrícola, reducir el uso de pesticidas y mejorar la calidad de los alimentos. Concretamente con el maíz y el algodón, los científicos pueden introducir genes de otras especies para conferirles resistencia a plagas, herbicidas o mejorar su valor nutricional.

Sin embargo, también suscita preocupaciones sobre los posibles impactos en la salud humana y el medio ambiente. 

Cuestiones a las que la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) ha puesto fin, ya que su evaluación científica concluye que estos cultivos genéticamente modificados son tan seguros como sus homólogos convencionales. De ahí, la autorización de la CE. 

A partir de ahora, las autorizaciones y renovaciones emitidas tendrán una validez de 10 años y sin lugar a dudas, todos los productos derivados de estos cultivos modificados genéticamente estarán sujetos a las estrictas normas de etiquetado y trazabilidad de la UE. 

Beneficios de los cultivos transgénicos

En definitiva, con esta nueva panorámica, cabe resaltar los beneficios que supone los cultivos transgénicos (organismos genéticamente modificados cuyo material genético ha sido alterado mediante ingeniería genética):

  • Mayor rendimiento: los cultivos transgénicos pueden producir mayores cosechas, lo que ayuda a garantizar la seguridad alimentaria en un mundo con una población en constante crecimiento.
  • Reducción del uso de pesticidas: algunos cultivos transgénicos son resistentes a ciertas plagas, lo que disminuye la necesidad de utilizar pesticidas químicos y reduce su impacto ambiental.
  • Mejora de la calidad nutricional: los científicos pueden modificar genéticamente los cultivos para aumentar su contenido de vitaminas, minerales y otros nutrientes esenciales.

La modificación genética de cultivos como el maíz y el algodón ofrece un gran potencial para mejorar la producción agrícola y abordar los desafíos alimentarios globales.

 

Redacción Ambientum



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