Para ello, y en el contexto de la Semana sin pesticidas, que se celebra estos días en 27 países de todo el mundo, las dos organizaciones han presentado un informe de 68 páginas en el que se detalla una estrategia global con medidas específicas encaminadas a lograr un objetivo definido: reducir un 30% la utilización de estas sustancias para el año 2020.
El director de la Fundación Vivo Sano, Alfredo Suárez, ha anunciado que presentarán esta propuesta a los responsables políticos nacionales, a través del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, así como a los responsables de medio ambiente y agricultura de los principales grupos políticos. También se hará llegar el documento a las comunidades autónomas con uso más intensivo de pesticidas.
La iniciativa cuenta con el apoyo de entidades tanto nacionales como internacionales: PAN Europe, HEAL, Greenpeace, WWF, Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción, Sociedad Española de Agricultura Ecológica, Asociación Vida Sana, etc. Suárez destacó que “recientes estudios han relacionado los pesticidas con patologías como alzhéimer, linfomas, infertilidad… y en el caso concreto de los niños, más sensibles, con trastornos en su desarrollo neurológico como hiperactividad y déficit de atención (TDAH), por ejemplo.Bien sea por exposición aguda, como es el caso de agricultores, o por exposición crónica, a través de agua o alimentos contaminados, todos estamos expuestos. Existiendo alternativas y habiendo demostrado su viabilidad en otros países europeos, la pregunta es ¿a qué estamos esperando para tomar medidas a nivel nacional?” .
El responsable del área de Toxicidad Ambiental de la Fundación Vivo Sano y presidente de Fodesam, Carlos de Prada, autor del informe, explica que “es básico establecer objetivos y plazos concretos para obtener resultados tangibles y reales. Pero para que esto ocurra deben dictarse leyes claras y contundentes que obliguen a alcanzar este objetivo, penalizando el uso de pesticidas y apoyando decididamente prácticas agrícolas más seguras y ecológicas”. De Prada subraya que España desoye las recomendaciones de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) al promover el uso de pesticidas químicos como primera opción a la hora de gestionar las plagas. Por eso, según De Prada, “es urgente que el Gobierno ponga en marcha un plan nacional para atajar esta situación”.
Residuos en aguas y alimentos
Las cifras citadas en el informe reflejan hasta qué punto es alto el uso de los pesticidas en España: cada año se utilizan más de 40.000 toneladas sólo de principio activo, lo cual supone un gasto de 600 millones de euros anuales. Muchas aguas superficiales y subterráneas españolas están contaminadas con pesticidas, según Carlos de Prada. Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Valencia y la Universidad Politécnica de Valencia y publicado el pasado mes de febrero detectó 23 pesticidas diferentes en distintos tramos del río Júcar, entre ellos algunos prohibidos. Y múltiples investigaciones muestran la presencia de residuos en los alimentos: se ha detectado que un 44% de las frutas y hortalizas que consumimos contienen pesticidas, y un estudio danés ha demostrado que el 80% de los pepinos españoles importados, un 65% de las espinacas y casi un 80% de los tomates contienen sustancias de este tipo.
El problema no pasa desapercibido entre la población. Según datos del Eurobarómetro de 2010, un 66% de los españoles está bastante o muy preocupado por la presencia de residuos de pesticidas en la comida, que es el riesgo alimentario que más preocupa a los consumidores.
La Fundación Vivo Sano reclama también, en este sentido, un plan nacional para monitorizar la presencia de pesticidas en el agua, en los alimentos y en el cuerpo humano, y que sus resultados se hagan públicos sin censuras y de forma accesible a la población general. “El Gobierno debe dejar de ocultar a los ciudadanos la gravedad de los problemas ocasionados por el uso masivo de pesticidas en España”, insiste De Prada.
Algunos países europeos ya han emprendido políticas activas para disminuir el uso de pesticidas. Dinamarca, por ejemplo, tiene establecido un objetivo de reducción del 40% entre 2011 y 2015, y la propuesta de la Fundación Vivo Sano camina en ese mismo sentido. Según Carlos de Prada, “la agricultura española tiene un grave problema de dependencia de estas sustancias tóxicas. Padecemos una singular toxicomanía que ocasiona toda clase de problemas medioambientales: especies resistentes, plagas secundarias, mala imagen de algunos de los productos agrícolas que exportamos por los residuos de pesticidas que contienen, etc. La situación es tan surrealista que se utilizan pesticidas químicos incluso cuando no existe plaga, sólo porque así lo contemplan algunos calendarios supuestamente preventivos, o provocamos nosotros mismos la aparición de nuevas plagas al eliminar a sus predadores naturales a golpe de pesticida”.
“El que contamina, paga”
El informe de la Fundación Vivo Sano y Fodesam contempla tres líneas de actuación contra los pesticidas: medidas para restringir su uso, medidas para promover la investigación y divulgación y garantizar el acceso a la información, y medidas para potenciar métodos alternativos de lucha contra las plagas.
Entre las medidas recomendadas está un plan de ayudas e incentivos a la agricultura ecológica, gravámenes que penalicen la producción y comercialización de pesticidas (en aplicación del principio de “el que contamina, paga”), condicionar las ayudas al sector agrario de modo que se penalice el uso de pesticidas, reducir drásticamente su uso en parques y jardines públicos, formar a los agricultores en métodos no químicos de gestión de plagas, establecer sistemas de etiquetado que informen de la presencia de pesticidas en los alimentos, campañas para promover la alimentación ecológica tanto en el consumo privado como en el abastecimiento de escuelas, hospitales y dependencias públicas, etc.