Según datos de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) en torno al 15% de los alimentos a la venta en los supermercados que contienen maíz o soja están contaminados por transgénicos, sin que figure en la etiqueta. La aprobación por parte de la Comisión Europea de un nuevo cultivo transgénico, una patata modificada genéticamente para uso industrial, añade un nuevo riesgo inaceptable de contaminación e inseguridad alimentaria.
Hasta esta semana, el único organismo modificado genéticamente cuyo cultivo estaba autorizado en la Unión Europea (UE) era el maíz transgénico MON810, del que España es el único país que lo cultiva a gran escala. Estaban permitidos, sin embargo, la importación de varios tipos de maíz y soja transgénicos. El resultado de esta situación es que según los datos de la AESAN, hasta el 20% de los alimentos que contienen estos ingredientes están contaminados por transgénicos, sin que figure en la etiqueta y el consumidor tenga posibilidad de evitarlo. Entre los productos contaminados hay leches y papillas infantiles, galletas, bollería o platos preparados.
La aprobación, este pasado martes, de un nuevo cultivo transgénico añade nuevos riesgos alimentarios en otro alimento, la patata. Y más cuando esta patata está modificada genéticamente para su uso industrial y presenta graves incertidumbres para la salud. La propia multinacional que comercializará esta patata, BASF, asegura en su solicitud de autorización que “no se puede descartar que esta patata sea usada o termine apareciendo en la alimentación”. Y la experiencia con el cultivo de maíz transgénico nos confirma que su separación total durante la cosecha, recogida, almacenaje, transporte o procesado es una utopía.
“Si la soja y el maíz transgénico ya contaminan nuestra comida, aprobar una patata de uso industrial, que se sabe que va a terminar en nuestra alimentación, es de una irresponsabilidad sin precedentes.” afirmó David Sánchez, responsable de Agricultura y Alimentación de Amigos de la Tierra.
La patata transgénica aprobada, conocida como Amflora, está modificada genéticamente para producir una mayor proporción de amilopectina, un almidón que se usa en procesos industriales, como el de la fabricación de papel. Como han denunciado varias organizaciones de la sociedad civil la presencia en esta patata de genes de resistencia a antibióticos, práctica contra la que han advertido la Agencia Europea del Medicamento o la Organización Mundial de la Salud, hace que la entrada de esta patata en nuestra alimentación suponga un grave riesgo sanitario.
Como se ha demostrado con el resto de cultivos transgénicos, además de suponer un riesgo, esta patata no es en absoluto necesaria y no aporta ningún beneficio que no pueda ser obtenido por métodos convencionales. Hay otras patatas en el mercado que aportan la misma cantidad de amilopectina, y no han sido modificadas genéticamente.
La sociedad española, cansada de vivir en el único país de la UE cuyo Gobierno tolera el cultivo de maíz transgénico a gran escala, se manifestará el próximo 17 de abril en Madrid contra la política del Ministerio del Medio Ambiente, Rural y Marino. Con esta nueva aprobación tiene aún mayor motivo para hacerlo, dado que España fue uno de los únicos países de la UE que apoyó esta patata en el proceso de autorización.
“El Gobierno Español promueve los transgénicos, y votó a favor de esta patata pese a las evidencias de contaminación generalizada que muestran los datos de la AESAN. De nuevo, favoreciendo los intereses de la mayor industria química del mundo frente a la defensa de los consumidores o el medio ambiente” añadió Sánchez.