La culpa de este desequilibrio, que empieza a preocupar a las autoridades canarias, son “los excesos en la captura” de otras especies, que antes les hacían competencia a los erizos, los vertidos de sustancias a las aguas, así como ”las nuevas infraestructuras portuarias” que se construyen en el litoral“, admiten fuentes de la Consejería de Pesca.
El mal del blanquizal
La proliferación del equinodermo ha provocado el mal del blanquizal: la eliminación de la cubierta de organismos de las rocas del fondo del mar, imprescindible para la alimentación de las comunidades marinas. El nombre de blanquizal se debe precisamente a eso: los fondos pierden color y alimentos, esquilmados por los erizos.
”Sabemos de la importancia de conservar nuestros fondos”, afirman las fuentes de Pesca, que han puesto en marcha el proyecto Plan de control del erizo diadema , a través del cual, científicos marinos y técnicos de los cabildos insulares, colaborarán para estudiar los enclaves litorales de especial interés biológico de cada isla. El proyecto delimitará zonas de protección de la pesca, mientras que tratará de recuperar las especies depredadoras de los erizos, entre otras el pez gallo, los tamboriles, pejeperros, samas, o sargos.