El mar Mediterráneo va camino de convertirse en "una sopa de medusas y microbios" a causa de la sobreexplotación pesquera, la contaminación y las actividades humanas que se desarrollan de manera intensiva en la zona, ha advertido a EFE el biólogo del CSIC Enric Sala.
Sala, elegido recientemente uno de los 240 jóvenes más influyentes del mundo, augura que en un horizonte no muy lejano, en sólo unos pocos años, el Mediterráneo pasará de ser el hábitat de peces como el atún o el pez espada a una gran charca dominada por bacterias y medusas.
A la fuerza, estas criaturas de aspecto acampanado y cuerpo gelatinoso entrarán a formar parte de la dieta mediterránea, al igual que ha sucedido en varios países de Asia o en determinadas zonas de Estados Unidos, donde en algunos restaurantes se considera "cool" (expresión inglesa que designa algo que está de moda) comer medusas.
"Estamos transformando el Mediterráneo en una gran sopa de medusas y microbios", sostiene Sala, que advierte de que, si no se crean más reservas marinas ni se reduce la capacidad pesquera, el único pescado que se comerá en las décadas venideras en España será el importado o el procedente de piscifactorías.
Para Sala, la situación del Mediterráneo es "mucho más crítica" que la de la mayoría de mares del mundo, ya que, además de la sobreexplotación, el calentamiento y la contaminación que sufre, es un mar cerrado y con una población costera "enorme".
Otro problema que padece el "Mare Nostrum" es la destrucción de sus hábitats, debido a la incesante actividad de las flotas pesqueras, que han provocado la extinción de gran parte de los peces de gran tamaño que hace cincuenta años aún se podían capturar en la región.
Según este biólogo marino, se trata de una pesca "industrial destructiva" y "perversa" que, pese a todo, está subvencionada por el Gobierno español.
"Subvencionar una actividad tan destructiva económica y ecológicamente no tiene ningún sentido, es absurdo", asegura Sala, que apuesta, para revertir la actual situación, por reducir la flota pesquera a la mitad, certificar las pesquerías sostenibles e introducir el verdadero coste ecológico del pescado en su precio final.
Crear más reservas marinas, en las que esté prohibida la pesca, y frenar la construcción y el uso indiscriminado del litoral, poniendo fin a la especulación, son otras de las soluciones que plantea Enric Sala, quien, no obstante, también dirige algunas recomendaciones a los consumidores, como que compren menos pescado y marisco y que exijan productos sostenibles.
"Mientras haya pescado en el mercado la ciudadanía no tomará conciencia de la magnitud del problema", explica Sala, que lamenta que exista una idea de "bonanza", de que hay pescado y marisco en abundancia, cuando "no es cierto".
Muy al contrario, un estudio científico internacional, en el que ha participado Enric Sala, ha demostrado que todas las especies de pesca se colapsarán antes de 2050, lo que significa que su abundancia se habrá reducido en más del noventa por ciento a mediados de siglo.
El mar Mediterráneo ya está sufriendo como ningún otro estos efectos. Cada vez hay menos pesca y más medusas, bacterias y demás organismos microscópicos que ponen en peligro el equilibrio del sistema.
Hace dos años, en Génova (Italia), unas ochenta personas que se bañaban en la playa resultaron intoxicadas al respirar las toxinas producidas por un alga microscópica tropical que llegó a la costa de la población y que, una vez muerta, emitió esta sustancia tóxica.
"Estamos envenenando el Mediterráneo, estamos volviendo al mar tóxico", subraya Sala.