El océano es la principal herramienta de la Tierra por lo que se refiere a controlar las emisiones de carbono, pues absorbe cerca de un tercio de todas las de origen antropogénico. No obstante, se desconoce hasta cuándo podrá seguir manteniendo este ritmo de absorción.
El océano es vital para mantener un equilibrio en las emisiones de carbono debido a que es el mayor sumidero natural que existe, entendiendo sumidero como una reserva natural o artificial que acumula y almacena compuestos químicos con contenido de carbono durante un periodo indefinido de tiempo tras extraerlos de la atmósfera. Por ello resultan preocupantes los descubrimientos realizados por un equipo de científicos de Francia y Estados Unidos y publicados en Nature Geoscience, que apuntan a que el cambio climático ejerce un efecto negativo en esta esponja natural de carbono.
“El océano está absorbiendo menos carbono debido al calentamiento provocado por el carbono atmosférico”, explicó Galen McKinley, investigadora del estudio de la Universidad de Wisconsin-Madison (Estados Unidos).
Gracias a los 14.498.400 euros aportados por el proyecto CARBOOCEAN (“Evaluación de fuentes y sumideros de carbono en el mar”), financiado por medio del área temática “Desarrollo sostenible, cambio global y ecosistemas” del Sexto Programa Marco (6PM) de la Unión Europea, el equipo de investigadores amplió el trabajo de proyectos anteriores basados en zonas de muestreo mucho más pequeñas. Uno de los principales obstáculos del análisis oceánico es la escasa disponibilidad de datos, que obliga a los científicos a basarse en las rutas comerciales y de navegación existentes para la obtención de los mismos. En lugar de recorrer caminos trillados en el sentido científico, los miembros del equipo ampliaron su análisis recurriendo a datos obtenidos entre 1981 y 2009 y al empleo de diversas metodologías y ubicaciones en el Atlántico Norte.
Descubrieron un alto grado de variabilidad natural que a menudo cubría patrones más prolongados de cambio y que podría justificar que las conclusiones extraídas con anterioridad resulten contradictorias. Hallaron que las tendencias aparentes en la absorción oceánica de carbono dependen en gran medida de la ubicación y el momento exactos en los que se comprueben. De hecho, en una escala temporal de entre diez y quince años, incluso intervalos temporales superpuestos a menudo ofrecen resultados contradictorios.
“Debido a la pronunciada variabilidad del océano es necesario contar con al menos veinticinco años de datos para poder observar el efecto de la acumulación de carbono en la atmósfera”, explicó Galen McKinley. “Este es un tema de gran calado para muchas ramas de la ciencia climática: ¿qué se debe a la variabilidad natural y qué al cambio climático?”
Gracias al trabajo efectuado con datos que abarcan cerca de tres decenios, los investigadores pudieron distinguir la variabilidad e identificar tendencias subyacentes en el dióxido de carbono (CO2) superficial en todo el Atlántico Norte.
Durante los últimos treinta años ha aumentado mucho la cantidad de CO2 atmosférico y también la cantidad del mismo disuelta en el mar. Los gases quedan equilibrados en toda la zona de intercambio entre el aire y el agua, que se ve modificada por la cantidad de carbono atmosférico y oceánico y por cuánto CO2 es capaz de contener el mar en función de la química del agua. No obstante, los investigadores descubrieron que el aumento de las temperaturas está frenando esta absorción de carbono en una gran parte del Atlántico Norte subtropical. Al calentarse el océano se reduce la capacidad del agua para absorber carbono.
Muchos científicos han buscado indicios de que la concentración de carbono aumenta con mayor rapidez en el océano que en la atmósfera mediante el análisis de los efectos del aumento de carbono atmosférico en la absorción oceánica. Galen McKinley explicó que sus resultados demuestran que el sumidero oceánico es capaz de debilitarse sin mostrar este indicio de debilidad.
“Lo más probable es que el océano mantenga este equilibrio, pero sin que sea necesario que absorba tanto carbono para alcanzarlo debido a que al mismo tiempo se está calentando. Esto ya se observa en el giro subtropical del Atlántico Norte, uno de los primeros indicios de que el clima está mermando la capacidad oceánica de absorber carbono de la atmósfera”.
El equipo confía en que este tipo de análisis también se lleve a cabo en otros océanos.
El proyecto CARBOOCEAN, activo desde 2005 hasta 2009, trató de evaluar con precisión las fuentes y sumideros de carbono y eliminar las incertidumbres aún presentes en el cálculo de los flujos de CO2 anuales entre la atmósfera y el mar por un factor de dos para los océanos mundiales y por un factor de cuatro para el Atlántico. El objetivo general de los estudios llevados a cabo por los 35 socios del consorcio fue realizar predicciones sobre el futuro de los océanos.