El agua, a pesar de cubrir el 70 % de la superficie de la Tierra, es un bien escaso. Esto se debe a que sólo un 2,5 % de ese agua es dulce, y sólo un 0,3 % de ese porcentaje se halla en lagos y ríos y está disponible para el consumo humano. Esta escasez de agua, un recurso tan preciado, provoca que existan grandes retos a los que el ser humano tiene que dar respuesta. Estos son los tres principales:
El acceso a agua potable
Según la Organización Mundial de la Salud, se estima que 663 millones de personas en el mundo no tienen acceso al agua potable. En muchos lugares existe agua abundante pero no en condiciones para ser usada para consumo humano. El uso de esta agua contaminada provoca miles de muertes y enfermedades y acentúa el empobrecimiento de las personas. Pero además, en un escenario en el que la población mundial está creciendo, la lucha por el control de los recursos hídricos está dando lugar a conflictos bélicos, de ahí la importancia de optimizar y potenciar los procesos de potabilización del agua.
La falta de tratamiento del agua una vez usada
Se estima que unos 2.600 millones de personas no disponen de estructuras adecuadas de saneamiento y depuración de aguas residuales. Esto da lugar a un aumento de la mortalidad por enfermedades y a una limitada calidad de vida.
El uso cada vez más intensivo de agua necesario para la producción, especialmente en el sector agrícola
Este problema no está relacionado con la precariedad de acceso, sino con el consumo excesivo de agua. Más del 70 % del uso de agua en el mundo tiene como fin la producción de alimentos. De esta manera, vemos que por ejemplo para hacer una taza de café apenas se necesitan unos 150 mililitros de agua. Sin embargo, según un estudio de Water Footprint Network, en la taza hay 200 litros más, necesarios para producir los granos de café.
Según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), para conseguir un kilo de carne de vaca hacen falta 15.000 litros de agua, incluyendo los utilizados para producir los vegetales y piensos que alimentan al animal. Lo mismo sucede en productos de otras industrias, como textiles, químicas o tecnológicas.
Uso responsable del agua
A pesar de que el agua es un recurso renovable hay que tener siempre presente que no es un bien infinito y hay que hacer un uso responsable del agua porque su consumo intensivo acarrea problemas. De lo contrario, cuando se usa a una velocidad mayor a la que la naturaleza es capaz de reponer, se producen alteraciones graves en tres frentes: el ecosistema, en las especies animales y en las personas:
- El consumo excesivo de agua produce una alteración permanente de los ecosistemas y diferentes desastres ecológicos. Un ejemplo de alteración permanente es el caso del Mar de Aral, un lago que pasó de ser el cuarto mayor del mundo a casi desaparecer entre los años 50 y 80 por el uso de su agua en agricultura. Se considera que el 50 % de las zonas húmedas del mundo ha desaparecido en el último siglo.
- Adicionalmente, hay 3.500 especies amenazadas, incluyendo el 30% de los peces y anfibios. El 25 % de los ecosistemas fluviales está en riesgo de desaparición y sólo las partes altas de los ríos permanecen sin contaminación.
- Por último, las personas también sufren la falta de agua. Muchas zonas del mundo sufren estrés hídrico, es decir, una situación en la que la demanda de agua es mayor que la cantidad disponible. Como consecuencia, se producen migraciones y conflictos entre sociedades por el uso de este recurso.
Tenemos un problema y en nuestra mano está el actuar. Debemos ser responsables en el uso del agua: racionalizando su consumo, incrementando el acceso mediante procesos como la desalación y evitando su deterioro y contaminación. En beneficio del planeta y en beneficio de nosotros mismos.
Fuente: Sostenibilidad,