Esta situación es consecuencia de que España esté la primera en la clasificación mundial de presas por habitante y metro cuadrado, con 1.231 grandes presas en todo el país, y más de 8.000 obstáculos menores en los ríos. Además, el Índice Planeta Vivo de WWF señala que España es el quinto país del mundo en huella hídrica global. El efecto de esta fuerte presión sobre el agua de los ríos y acuíferos afecta gravemente a la biodiversidad, donde los seres vivos acuáticos representan el 40% de total. Todos estos efectos negativos se hacen patentes en dos lugares emblemáticos: el Delta del Ebro, que sufre un proceso de hundimiento por la falta de agua y sedimentos que atrapan los embalses de su cuenca, y la Albufera de Valencia, condenada a depender del agua sobrante de los regadíos de su entorno, que va cargada de restos de pesticidas y fertilizantes.

A pesar de toda la normativa europea y nacional al respecto, España ha incumplido los compromisos comunitarios previstos para 2005 de que todos los municipios depurasen sus aguas. Sigue habiendo contaminación localizada por vertidos industriales y contaminación difusa proveniente de la agricultura. De hecho, casi el 12% del territorio nacional está afectado, en mayor o menor grado, por contaminación de sus aguas subterráneas por nitratos procedentes de la agricultura y la ganadería.

A todo ello hay que sumarle los problemas de legalidad en el uso del agua, con ocupación y construcción en las llanuras inundables de los ríos, así como el consumo ilegal de agua con 500.000 pozos sin licencia en España. Destacan los 23.000 en el Alto Guadiana, que han desecado humedales tan importantes como las Tablas de Daimiel, o los 1.000 que hacen lo propio con el acuífero que alimenta al Parque Nacional de Doñana.

Como resultado de tantas presiones, el propio Ministerio de Medio Ambiente Medio Rural y Marino reconoce que el 13,05% de los ríos que ha analizado hasta ahora (37%) no está en buen estado ecológico. Pero para WWF lo que es más preocupante aún es que se desconoce el estado ecológico de casi el 63% de los ríos, por lo que no hay datos oficiales del estado de conservación de la biodiversidad. El mayor riesgo se encuentra en las cuencas del Tajo, Segura, Guadiana, Duero y Norte. El desconocimiento de nuestros ríos hace muy difícil poder conservarlos y, por lo tanto, cumplir con la normativa europea de aguas. En este sentido, WWF recuerda que en 2010 todos los países de la Unión Europea tienen que tener preparados los planes de gestión de sus cuencas hidrográficas (ríos) que aseguren las medidas necesarias para alcanzar el buen estado ecológico de los ríos, humedales y acuíferos en 2015.

Ante la falta de gestión del problema por parte de la administración, WWF considera imprescindible que los planes de cuenca consideren las necesidades de agua de la biodiversidad acuática y que fijen unos caudales ecológicos científicamente calculados y eficazmente implantados.

Igualmente, WWF pide que se combatan los factores de presión sobre el agua, parando los proyectos de ampliación y consolidación del regadío, sancionando las extracciones ilegales y gestionando las demandas. Esto último se realizaría con criterios de eficiencia y con unos precios del agua que disuadan del despilfarro, tal como recomienda la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico).

WWF España solicita a la Unión Europea y a la Presidencia Española que integre la protección de la biodiversidad en todos los sectores de la política de aguas y que elimine los subsidios dañinos que estimulan el consumo de agua. Por ello, lo que la organización reclama es que se invierta en prácticas de gestión del agua y del suelo que protejan la biodiversidad.



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