Las aguas residuales son cualquier tipo de agua cuya calidad se vio afectada negativamente por influencia antropogénica. Las aguas residuales incluyen las aguas usadas, domésticas, urbanas y los residuos líquidos industriales o mineros eliminados, o las aguas que se mezclaron con las anteriores.
La cantidad de agua que contiene la Tierra no ha disminuido ni aumentado en los últimos dos mil millones de años: el 97,5% forma parte de los océanos y mares y el 2,5% restante es agua dulce. De esta última:
- El 69% es agua congelada que se encuentra en los glaciares y casquetes polares.
- El 30% son aguas subterráneas, algunas de ellas de difícil acceso.
- Solo el 1% corresponde a las aguas superficiales: ríos y lagos (53%), humedad de la atmósfera (8%), humedad del suelo (38%) y agua presente en los organismos vivos (1%).
A pesar de que el agua dulce parece escasa, hay suficiente para toda la población. El problema es su desigual reparto y que parte de ella, tras ser utilizada, es devuelta al medio acuático sin tratamiento adecuado.
En 2017, el 29% de la población mundial (2 160 millones de personas) carecía de acceso a agua potable y fácilmente disponible en el hogar. El 55% (3 900 millones de personas) no disponía de un sistema adecuado de saneamiento (OMS).
Generación de aguas residuales y normativa
Más del 80% de las aguas residuales generadas en el planeta se libera al medio ambiente sin tratamiento adecuado. El porcentaje de aguas sin tratar es diferente entre las distintas regiones y hay comunidades que se ven más afectadas.
Las aguas residuales no tratadas son también causa de enfermedades y pueden llegar, incluso, a provocar la muerte. El número promedio de muertes por año (1980-2015) como consecuencia de servicios inadecuados de agua potable y saneamiento es de 780 000. Esta cifra es mucho mayor que la debida a otros desastres naturales (63 000) como sequías e inundaciones o incluso conflictos violentos (75 000).
Es necesario tomar medidas que afronten estos problemas. Desde el año 2010, la ONU reconoce oficialmente el derecho humano al agua y al saneamiento. La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible contempla dentro del Objetivo de Desarrollo Sostenible 6 (ODS 6) metas orientadas a lograr el acceso a servicios de saneamiento e higiene adecuados y equitativos para todos. También se pretende mejorar la calidad del agua reduciendo la contaminación.
En Europa, la Directiva 91/271/CEE sobre tratamiento de aguas residuales urbanas establece que los estados miembros deben adoptar las medidas necesarias para garantizar un correcto tratamiento antes de verterlas al medio.
En 2014 se alcanzó un alto nivel de cumplimiento en todos los estados. En la gráfica que sigue a este párrafo se puede observar que el 92,4% de la carga total generada (en población equivalente, h‑e) en los estados miembros es recogida en sistemas colectores o alternativas independientes adecuadas.
El grado de cumplimiento de los 15 países que conformaban la Unión Europea hasta 2004 (UE-15) es del 98,6%. El de los países que se incorporaron posteriormente (UE-13) es del 63%.
El caso de las pequeñas poblaciones en España
Nuestro país recoge de forma adecuada el 97% de la carga contaminante de aguas residuales generada (61,8 millones h-e). El 84,1% se somete a tratamiento secundario y el 66,8% a tratamiento terciario o avanzado. Aun así, no se ha logrado el 100% de cumplimiento de la normativa.
El incumplimiento es debido principalmente a la falta de sistemas de depuración en pequeñas aglomeraciones urbanas. En la Unión Europea, se consideran pequeñas aglomeraciones urbanas a aquellas con una población inferior a los 2 000 h-e. Esto coincide con el límite establecido por la Directiva 91/271/CEE.
El tratamiento de las aguas residuales generadas en las pequeñas poblaciones es una asignatura pendiente. Su solución se ha ido aplazando, al priorizarse la depuración de los vertidos generados en las ciudades grandes y medianas.
Para situar la magnitud del problema hay que tener en cuenta que de los más de 8 000 municipios existentes en España, el 72% cuenta con una población inferior a los 2 000 habitantes. El 47% los municipios tienen menos de 500 habitantes.
En vista de las cifras, el tratamiento de las aguas residuales en pequeñas poblaciones constituye un reto medioambiental. La devolución del agua al medio acuático en un estado óptimo es clave para la sostenibilidad del ciclo integral del agua a largo plazo. Un hecho que debería ser independiente al tamaño de la población.
No hay que olvidar que, con el tratamiento adecuado, se debe cumplir con los objetivos de calidad de los cuerpos receptores de agua, tal y como define la Directiva Marco del Agua.
Depuración en pequeñas aglomeraciones
Las pequeñas poblaciones se caracterizan, en general, por producir un pequeño volumen de aguas residuales, pero fuertemente contaminadas. Esto condiciona la selección de las tecnologías de tratamiento más adecuadas. A ello hay que añadir el factor económico: a menor tamaño de la población, mayor es el coste de la depuración. Además, estos costes son difícilmente asumibles por los municipios.
Una solución para estos municipios es utilizar tecnologías no convencionales, que se caracterizan por:
- Un bajo consumo de energía.
- Un mantenimiento y una explotación simples.
- Un funcionamiento muy estable frente a las variaciones de caudal y carga del agua a tratar.
- Una gestión sencilla de los lodos generados en el proceso de depuración.
- Una elevada integración en el entorno natural.
Artículo de referencia: https://theconversation.com/muchas-poblaciones-pequenas-aun-carecen-de-depuradoras-de-aguas-residuales-133119,