Castaño estudia la relación de las aguas superficiales y subterráneas en las Tablas de Daimiel. Según indica, «en origen, las Tablas funcionaban como la salida a un acuífero inmenso, de 5.000 kilómetros cuadrados, situado entre las provincias de Ciudad Real, Albacete y Cuenca». Este rebosadero natural ha padecido, especialmente en los años 70 y 80 del pasado siglo, la sobreexplotación humana, por lo que «se ha ido vaciando». En estos momentos, debido a diferentes acciones como la inundación provocada del humedal con trasvases del Guadiana, «se ha entrado en un ciclo inverso». Castaño quiere cuantificar para conocer cuánta agua se está recuperando en el subsuelo de las Tablas. Un estudio previo del autor sitúa la pérdida de la superficie en 10 milímetros al día, lo que equivale a 10 litros por metro cuadrado, y parece que la tendencia se ha reducido.

El estudio científico de Castaño está dirigido a conocer la «zona de carga preferente» del sistema, explica. Para ello, utilizará diferentes indicadores como los isótopos presentes en el agua. Según explica, el agua contiene diferentes isótopos, y en función de sus características, se evaporan de manera diferente. La marca isotópica permite conocer cuándo se ha producido la carga de un acuífero, por lo que es un método eficaz para conocer las fases por las que pasan estas masas de agua subterráneas. «Generalmente, el agua que queda en el fondo pesa más que la original de lluvia», explica Silvino Castaño, por lo que se puede datar el momento en el que llega el líquido al subsuelo. La investigación está dirigida «a los gestores del parque nacional».

En la actualidad, según explica el experto del IGME, los niveles de las Tablas de Daimiel están en puntos más altos debido a las inundaciones provocadas en los inviernos de 2009 y 2010, pero se desconoce si el proceso de secado «se ha minimizado». En todo caso, Castaño considera que la recuperación del humedad y su ecosistema es una labor de «gestión hídrica de 5.000 kilómetros cuadrados que implica a diferentes actores, desde los intereses ambientales, a los municipales y los de los agricultores, por lo que es una situación compleja». Castaño explica que existen diferentes modelos matemáticos para conocer cómo se comportaría el acuífero en diferentes escenarios, desde el ritmo actual de desecación, hasta pasando por las consideraciones del Plan Alto Guadiana o en un supuesto caso en el que se suprimieran los bombeos de agua.

Investigación en Burgos

Silvino Castaño colabora con el profesor de la Universidad de Burgos Luis Marcos en el estudio de las aguas subterráneas de la ciudad de Burgos. Según explica, la ciudad se encuentra asentada sobre un terreno en cuyo subsuelo se encuentra un acuífero vinculado al río Arlanzón. El estudio científico trata de conocer la afección de la dinámica humana de la ciudad en las aguas subterráneas. Durante tres campañas, de 2006 a 2009, los científicos han realizado una toma de datos en diferentes puntos del subsuelo y han tomado muestras del río y su aluvial para conocer estas dinámicas. Este proceso de monitorización del río y su entorno está ahora en la fase de interpretación de los datos obtenidos.

Burgos se encuentra «en una zona compleja» a nivel geológico, ya que en profundidad existen otros acuíferos, lo que dificulta el estudio. La monitorización del río Arlanzón y su acuífero adyacente ha demostrado que la relación es «bastante grande, por lo que cualquier efecto de la ciudad, como por ejemplo, la rotura de una tubería de la red de saneamiento, tiene repercusión sobre el río». Aunque el equipo investigador aún no ha publicado artículos científicos sobre este asunto, el investigador infiere que existe «una relación muy alta entre la actividad humana, el acuífero y el río».



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