El Águila Real es considerada un emblema de la identidad mexicana, ya que es el símbolo del escudo nacional y ha sido considerada un ave suprema desde las culturas prehispánicas. Durante la guerra de Independencia, el águila estampada en distintos estandartes significó el anhelo de libertad.
La conservación de esta especie es fundamental para el Gobierno de la República no sólo por lo que representa para los mexicanos, sino porque desempeña un papel importante en el funcionamiento de los ecosistemas donde habita, debido a que su condición de gran depredadora ayuda a mantener el equilibrio de las poblaciones de sus presas, y es el indicador de un ecosistema en buenas condiciones.
Actualmente se tienen identificados 45 nidos y 81 parejas reproductivas de Águila Real en los estados de Aguascalientes, Baja California, Baja California Sur, Nuevo León, Coahuila, Chihuahua, Jalisco, Durango, Querétaro, Guanajuato, Zacatecas, San Luis Potosí y Sonora, que es el área de distribución de estas aves, y a través de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) se conserva su hábitat en 42 Áreas Naturales Protegidas (ANP).
La SEMARNAT y la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) trabajan en la rehabilitación y liberación de aves de presa; las preparan física, clínica y conductualmente para reintegrarlas a vida libre. Cada año se liberan aproximadamente 100 ejemplares de diferentes Centros para la Conservación e Investigación de la Vida Silvestre (CIVS).
Ambas dependencias buscan tener este año al menos una pareja reproductiva de Águila Real y ejemplares nacidos en cautiverio con el objetivo de explorar la posibilidad de reintroducirlos a vida libre y reforzar poblaciones de esta especie.