Tal es el caso descrito por el investigador Carlos Gilberto Zárate Botía, quien advierte que al no existir una Ley de Ordenamiento Territorial, como en la mayoría de regiones del país, el Amazonas todavía maneja la figura de corregimientos departamentales: “ello se refleja en un retraso en todo sentido, por ejemplo, en la conectividad entre el mismo departamento porque hay atrasos en obras viales y de comunicación. Hay espacios donde la gobernabilidad poco existe porque no hay entidades del Estado que actúen como conectores”, precisó el docente de la Universidad Nacional de Colombia Sede Amazonia.
Otro ejemplo de la frontera que existe entre el Estado, la Nación y el Amazonas es la falta de presencia institucional, es el caso de la oficina del Banco de la República, entidad que fue trasladada a Villavicencio. “Por eso cuando hablan de comercio, ni el DANE ni el Banco de la República tienen un conocimiento claro sobre cómo se maneja ese sector entre Colombia, Perú y Brasil, por el hecho de que no son interlocutores entre el Estado y esta región”, acotó Zárate Botía.
Por ello, hoy día también se entiende por frontera ese lugar de encuentro de cooperación, comunicación e intercambio cultural entre los países que la conforman, que excluye un poco el viejo paradigma de verla como un límite de separación.
En su intervención en el marco de la 3.a Cátedra Regional Global Brasil y Amazonia Contemporánea, que se realizó en la Universidad de Caldas, el docente también planteó que las fronteras son móviles por efectos naturales de los ríos y el territorio, esto desvirtúa la rigidez de sus límites.
Justamente, el movimiento del río Amazonas y de las islas aledañas que desaparecen o se mueven por el sedimento del afluente, originan otro concepto de frontera: “esos cambios naturales también son el inicio de conflictos territoriales porque los límites, por decirlo así, van cambiando; por eso se deben analizar cada cierto tiempo para evitar malos entendidos”, explicó el conferencista invitado.
Además, el profesor Zárate Botía detalló que ese movimiento se refleja, apelando a una metáfora, en los significados polisémicos de la palabra frontera, que genera muchas interpretaciones en torno a un mismo tema: “el más común es creer que solo es una línea que limita un país con respecto a otro”.
No obstante, algunas personas suelen asociar frontera con soberanía y directamente a esta con seguridad, así se piensa de manera irremediable en las amenazas del territorio por presencia de grupos subversivos, militares u otros que traspasan los límites geográficos desde naciones vecinas. “Es aquí donde se da otro fenómeno que consiste en sentir propio un lugar que quizás muchos no conocen, pero que el solo hecho de verlo vulnerable desde un todo, al pensar en país y soberanía, motiva a defenderlo, aunque en otras épocas a algunos habitantes no les interese o no estén motivados en saber sobre su realidad”, detalló el docente.
Finalmente, el análisis permitió recordar que con el auge del caucho en el Siglo XX, el Amazonas se vinculó al mundo, pero no internamente: “el poco o nulo interés económico y político sobre este territorio quizás influyó para el origen de su invisibilización”, puntualizó el investigador.