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Medio centenar de expertos internacionales en cambio climático y biodiversidad difundieron el pasado jueves un estudio en el que alertan de los daños colaterales para la conservación de la naturaleza que algunas políticas de lucha contra el calentamiento global pueden ocasionar. Advierten, por ejemplo, de que “las medidas basadas en la tecnología que son eficaces para la mitigación del cambio climático pueden plantear graves amenazas a la diversidad biológica”.

Y piden que se preste más atención a estos riesgos cuando se diseñen las políticas de lucha contra el calentamiento. En concreto, este grupo de expertos apadrinado por la ONU expone su preocupación ante las plantaciones masivas de árboles que se están proponiendo para atrapar el exceso de dióxido de carbono emitido, la expansión de los biocarburantes o el impulso a la minería vinculada a las baterías y las tecnologías renovables.

“Las soluciones a la crisis climática no pueden tener efectos negativos sobre la biodiversidad”, resume Unai Pascual, uno de los 50 autores del informe e investigador en el Basque Centre for Climate Change (BC3).

Este trabajo ha nacido de la colaboración de dos plataformas internacionales vinculadas a la ONU en las que participan miles de científicos: el IPCC —el conocido panel intergubernamental de expertos que lleva tres décadas sentando las bases sobre la ciencia climática global— y el IPBES —la plataforma de especialistas centrados en biodiversidad que arrancó su actividad en 2012—. Es la primera vez que estas dos instituciones científicas hermanas elaboran un trabajo conjunto.

Cambio climático, uno de los motores más importantes de la pérdida de biodiversidad

La colombiana Ana María Hernández Salgar, presidenta de IPBES, explica que el “cambio climático es uno de los motores más importantes de la pérdida de biodiversidad”. “Pero las decisiones sobre cambio climático y biodiversidad se toman de forma separada”, señala desde Montreal (Canadá), donde reside. Pascual añade: “Este informe es el primer paso para que las dos plataformas empiecen a trabajar juntas, es la primera semilla”.

El estudio intenta abordar las dos caras más conocidas de la crisis ambiental que padece el planeta debido al ser humano: la pérdida de biodiversidad y el cambio climático. “Ninguna de las dos se resolverá con éxito a menos que ambos se aborden juntos”, concluyen sus autores.

En el trabajo, los expertos lanzan varias alertas sobre algunas prácticas y políticas que se presentan como formas de luchar contra el calentamiento global y que tienen impactos negativos en la biodiversidad. “El afán por tomar medidas de mitigación del cambio climático puede ser de algún modo perverso para la biodiversidad”, resume Hernandez Salgar.

Una de esas advertencias apunta directamente a dos de los términos que más de moda se han puesto en la lucha contra el cambio climático: la neutralidad de carbono y las compensaciones. Ambos se refieren a la posibilidad de lograr un balance de emisiones netas cero compensando el exceso de gases con la captura de dióxido de carbono gracias a los sumideros (como, por ejemplo, los bosques).

En resumen: plantar árboles para compensar las emisiones, algo que venden muchas grandes empresas generadoras de dióxido de carbono (CO2). Esta era también la fórmula que prometía el expresidente de EE UU Donald Trump cuando hablaba del calentamiento global.

Las soluciones mágicas para paliar la crisis de la biodiversidad no existen

“La sociedad está buscando soluciones mágicas a problemas muy complejos”, apunta Pascual. “Y no existen”. Es el caso, precisamente, de las promesas de forestación y la plantación masiva de árboles en ecosistemas que no han sido históricamente bosques. La directora del IPBES pone como ejemplo de estas prácticas “plantar árboles donde ahora hay un ecosistema de sabana”, ejemplifica la directora de IPBES.

El informe advierte de que estas prácticas, unidas a la reforestación con monocultivos, “a menudo son perjudiciales para la biodiversidad y no tienen beneficios claros para la adaptación” al cambio climático.

“La plantación de árboles a gran escala puede ser perjudicial para la biodiversidad y la producción de alimentos debido a la competencia por la tierra”, añaden los autores del informe, que pone en cuestión también los beneficios reales para el clima de las promesas que se lanzan para realizar inmensas plantaciones de bosques.

El informe no rechaza el potencial de captura de dióxido de carbono de la vegetación —se estima que actualmente los bosques guardan alrededor del 25% del CO2 que emite el ser humano— y apuesta por reducir la deforestación y la degradación de los bosques como forma de “contribuir a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero causadas por el ser humano”, al igual que aplaude los beneficios de la “restauración de ecosistemas ricos en carbono y especies”.

Pero Pascual recuerda: “Hay que tener mucho cuidado para no reforestar con monocultivos, que son muy propensos a sufrir plagas y patógenos que son capaces de acabar con millones de hectáreas”.

Reducir las emisiones

Como llevan muchos años advirtiendo los científicos, la principal medida que se debe tomar frente al cambio climático es la reducción de las emisiones, que proceden en su mayoría de los combustibles fósiles.

Para sustituirlos, la alternativa tecnológica más clara son las energías renovables, que no expulsan emisiones al generar la electricidad. Pero el informe de estos 50 expertos también advierte de otros daños colaterales de estas tecnologías, como los impactos de la extracción en la tierra y los mares de la minería de tierras raras que se emplean “en turbinas eólicas, motores de automóviles eléctricos y baterías”.

“Los grandes impactos ambientales y sociales negativos de la minería terrestre y de los fondos marinos podrían mitigarse mediante el desarrollo de baterías alternativas y productos de larga vida, un sistema eficiente de reciclaje de los recursos minerales, junto con enfoques mineros que incluyan consideraciones firmes para la sostenibilidad ambiental y social”, propone el informe de IPBES y el IPCC.

Energías renovables

Los autores, además, recuerdan que “las infraestructuras de energía renovable, como los parques eólicos terrestres, los parques eólicos marinos y las represas, a menudo son perjudiciales para la biodiversidad al interferir con las especies migratorias, aunque mucho menos con las turbinas eólicas modernas”.

Respecto a las instalaciones solares, explican que “requieren grandes áreas”, lo que “puede destruir directamente los hábitats naturales”. Los investigadores abogan por que se evalúen bien los “beneficios y riesgos” de estos proyectos y por buscar soluciones que tengan en cuenta también la biodiversidad.

“Por ejemplo, el pastoreo debajo de los paneles solares puede mejorar las reservas de carbono del suelo”, indica el estudio, que especifica igualmente que se pueden impulsar determinados cultivos bajo las placas. “Los estudios también indican que la vegetación debajo de los paneles solares puede proporcionar hábitat para los polinizadores, beneficiando así a las tierras agrícolas cercanas”. “Hay que tener en cuenta el haber y el debe de los proyectos”, resume Pascual sobre los impactos ligados a estas tecnologías.

Otro asunto que preocupa a los autores es el daño de los monocultivos a gran escala para la generación de bionergía, como las grandes plantaciones de aceite de palma, soja o colza que se utilizan para los biocombustibles. “Estos cultivos son perjudiciales para los ecosistemas cuando se despliegan a gran escala”, exponen. Porque, como llevan alertando desde hace años ONG y científicos, están asociados a la deforestación y, por tanto, a la pérdida de biodiversidad.

Fuente: MANUEL PLANELLES / EL PAÍS,

Artículo de referencia: https://elpais.com/clima-y-medio-ambiente/2021-06-10/alerta-cientifica-por-los-danos-colaterales-a-la-biodiversidad-de-algunas-medidas-contra-el-cambio-climatico.html,



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