Basado en un avanzado algoritmo de detección de vocalizaciones para animales, a la vista de los primeros resultados, el sistema permite conocer mejor los mecanismos de producción de sonidos por parte de los cetáceos.
Desde la llegada al Oceanogràfic de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de los dos ejemplares de beluga, una de las mayores preocupaciones de los investigadores fue controlar su nivel de bienestar. Desde el parque monitorizaron los sonidos que producían las belugas en distintas condiciones y constataron cómo la tasa de vocalización de estos cetáceos está directamente relacionada con ese nivel de bienestar. En total, se aislaron 32 tipos de vocalizaciones que configuran el repertorio acústico de las belugas, algunas de las cuales se asociaron a diversos tipos de comportamiento: interacción con los cuidadores, con los visitantes, etc.
"En los mamíferos acuáticos, al igual que en los terrestres, existe una alta correlación entre el número de sonidos que emiten y su grado bienestar. Se sabe que en situaciones como la manipulación veterinaria, la separación de crías o el transporte y cambio de ubicación, los animales cambian la tasa de emisión de sonidos", explica Ramón Miralles, investigador del ITEAM de la Universidad Politécnica de Valencia.
Ahora, el equipo de investigadores de la Universidad Politécnica de Valencia y el Oceanogràfic ha dado un paso más hasta lograr un sensor continuo y en tiempo real de las vocalizaciones de las belugas, de forma que se pueden monitorizar durante 24 horas. El sistema además permite clasificar automáticamente los diferentes tipos de sonidos que emiten las belugas en distintas situaciones.
Dichos sonidos, según explican los expertos, tienen varias funciones, tanto sociales como de supervivencia. "Las belugas emiten dos tipos de sonidos fundamentalmente: pulsados, que son los relacionados con la ecolocalización, con la orientación en el medio y la detección de las presas; y otros sonidos más tonales, como silbidos, chasquidos, etc. que parece que están más relacionados con la comunicación. Nosotros lo que intentamos es ver la tasa de vocalización, es decir el número de vocalizaciones por hora y, además, distinguir los tipos de sonidos, si hay sonidos relacionados con sus reacciones o simplemente con la comunicación social entre los animales", explica José Antonio Esteban, coordinador Departamento de Investigación del Oceanogràfic.
El grupo de investigadores de la Universidad Politécnica de Valencia y el Oceanogràfic ha estado trabajando un año en el sistema para el control automático del grado de bienestar de cetáceos en cautividad y se está utilizando ya en el Oceanogràfic en una fase piloto. El proyecto ha sido realizado con el apoyo de la Cátedra Telefónica de la UPV.