El pasado domingo 14 de diciembre por la tarde, horas antes de que el Gobierno madrileño compareciera ante la Comisión de Medio Ambiente de la Asamblea de Madrid para valorar la gestión de la población de la cabra montés en la región, nos sorprendíamos con una noticia en la que se desvelaban los planes para hacer frente a la excesiva población de la especie en el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama.

No hay duda de que la cabra montés se ha convertido en uno de los mayores problemas de gestión del Parque. Este ungulado está terminando con el regenerado natural de diversas especies botánicas protegidas y haciendo imposible el normal desarrollo y crecimiento futuro de muchos ejemplares jóvenes de especies como el tejo (Taxus baccata) o el acebo (Ilex aquifolium).

El último censo realizado sobre la especie este año estimaba un máximo de 4500 individuos. Hasta ahora, sólo se permitía la caza de cabras en la modalidad de rececho con arco en todos los terrenos administrados por el ejecutivo madrileño. Por otro lado, se había puesto en marcha un plan de control de la especie, que incluía la captura de ejemplares vivos mediante jaulas trampas para ser trasladados a la reserva cinegética de Sonsaz (Madrid).

Recientemente, tuvimos noticias de que además de los movimientos a la reserva de Sonsaz, se había reactivado el Plan que el Ministerio de Medio Ambiente comenzó en el año 2006 junto con Francia para, entre otras cuestiones, reintroducir ejemplares de cabras españolas en el país vecino (Plan de restauration du bouquetin (Capra pyrenaica) dans les Pyrénées Françaises 2012 – 2020) . A pesar de que el Gobierno español ya echó freno al plan hispano-francés cuando los datos sobre el mismo empezaron a trascender, el pasado verano la Ministra de Medio Ambiente francesa (Ségolène Royal) daba el pistoletazo de salida a la primera reintroducción de cabra montés madrileña en el Parque Nacional de los Pirineos (Francia).

El plan de extracciones, con una proyección a 10 años pretende reducir la población hasta alcanzar entre 1500-1300 individuos en el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama. El 25 % de los ejemplares serán extraídos mediante capturas en las jaulas-trampa y trasladados a otras zonas, y el 75 % restante será cazado con arco y con rifle.

Sin duda la decisión de mermar la población de cabra montés hasta densidades compatibles con la conservación es acertada. Era necesario que se tomaran medidas lo antes posible. No obstante, entre las cuestiones que cabría preguntarse podríamos destacar:

  • La falta de transparencia en la gestión de la especie.
  • La previsible interacción entre los cazadores y los propios visitantes en un lugar tan concurrido como la Sierra de Guadarrama.
  • La idoneidad del traslado de ejemplares al Pirineo.

Sobre la transparencia en la gestión de la cabra montés, esperemos que esta vez sí, se elabore un plan de extracciones a largo plazo basado en estudios científicos que determinen el número de individuos, los niveles de las poblaciones alcanzados, seguimiento de los daños detectados sobre la flora, así como las medidas a llevar a cabo y el modo de hacerlo, los plazos y el personal encargado.

Sobre la previsible interacción entre rifles y visitantes, además de evitar días y lugares concurridos, lo primordial debiera ser informar a la población sobre las actuaciones que se van a llevar cabo, por qué es necesario controlar a la población y cuáles son los daños que la especie está produciendo sobre los valores del Parque Nacional.

Acerca de la reintroducción de cabras madrileñas en el Pirineo francés, aclarar que hace unos años que se extinguió la subespecie de cabra que poblaba estas montañas, el bucardo (Capra pyeranaica pyrenaica) y no es la misma que la que vive en la sierra madrileña (Capra pyrenaica victoriae). El bucardo está estos días también de actualidad debido a que sus discutibles últimos intentos de ser clonado han fracasado,

Es por ello, que ya se han levantado serias dudas acerca de la idoneidad de que una subespecie distinta ocupe el nicho ecológico que desocupó el bucardo tras su extinción. Además se alude a la necesidad de reflexionar acerca de las prioridades a la hora de restaurar la biodiversidad en los Pirineos. Posiblemente sería más adecuado centrar los recursos en preservar algunas de las especies más amenazadas como el desmán ibérico (Galemys pyrenaicus) o la perdiz nival (Lagopus mutus), en lugar de reintroducir sin garantías especies ya extintas.

Al parecer se pretenden trasladar 200 cabras montés desde La Pedriza al Pirineo francés. Sería deseable que el beneficio estimado, que alcanzaría los 400.000 € revierta directamente en beneficio de la conservación del Parque Nacional.



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