Los elefantes marinos pasan el 80% de su vida buceando entre los 200 y 1.000 metros de profundidad, pudiendo capturar entre 1.000 y 2.000 peces al día. Precisamente esta capacidad la están aprovechando los científicos para estudiar los poco conocidos ecosistemas mesopelágicos.
La zona mesopelágica del océano se sitúa entre los 200 y los 1.000 metros de profundidad y se caracteriza por que pese a llegar la luz del sol, esta no es suficiente como para que los organismos que en ella habitan puedan realizar la fotosíntesis. De manera literal como metafórica puede decirse que se trata de un ecosistema oceánico sumido en la penumbra, pues a pesar de la importancia ecológica de la increíble abundancia de peces pequeños que se pueden encontrar en ella, es una zona muy poco estudiada.
De hecho esta franja del océano alberga la mayor biomasa total de peces del mundo, más las dificultades para observarla y estudiarla han impedido en gran medida la investigación sobre el papel de los peces pequeños en las grandes redes tróficas marinas, especialmente como presa de organismos superiores.
Ahora no obstante, un equipo de investigadores dirigidos por Taiki Adachi, del departamento de biología de la Universidad escocesa de St. Andrews, acaba de demostrar, valiéndose de los datos obtenidos por cámaras de vídeo y acelerómetros inteligentes conectados a varias hembras de elefantes marinos, que estos grandes mamíferos acuáticos pasan al menos el 80% de su vida buscando peces y alimentándose a la razón de entre 1.000 y 2.000 veces al día.
«Para revelar las dinámicas poco conocidas del ecosistema, identificamos presas, medimos las pautas de alimentación», explica Adachi.
Elefantes marinos
Los resultados de la investigación titulada Forced into an ecological corner: Round-the-clock deep foraging on small prey by elephant seals se publican esta semana en la revista Science Advandce y suponen una mirada inédita a la estrategia de alimentación de los elefantes marinos que muestra cómo estos grandes mamíferos oceánicos explotan un nicho oceánico único lleno de peces pequeños.
Pero los hallazgos también pueden ofrecer una manera inédita de monitorear la salud de la zona mesopelágica, el ecosistema de la “zona crepuscular” de un océano mucho más profundo oscuro y frío, según explican desde la Universidad de St, Andrews.
«Los pequeños peces mesopelágicos dominan la biomasa oceánica del mundo, pero se sabe muy poco sobre esta zona del océano o sobre cómo se ve afectada por el cambio climático global», detalla el autor principal. Aquí los grandes mamíferos marinos pueden sumergirse profundamente para encontrar comida, pero cuanto más grandes son, más comida necesitan para mantenerse.
Así los enormes mamíferos marinos como el cachalote resuelven este problema sumergiéndose en la zona mesopelágica para atrapar presas grandes como el calamar gigante.
Datos recopilados
Los datos recopilados por el equipo de Adachi sugieren en cambio que los elefantes marinos, más pequeños, resuelven el problema comiendo abundantes cantidades de peces de pequeño tamaño. Estos bocados más pequeños significan que deben bucear incansablemente para mantener un balance energético positivo, es decir, al final del día obtener más energía de su caza que la que emplean para cazar.
Los investigadores explican que el estudio de este modo de alimentación podría a su vez emplearse para rastrear la salud futura de las poblaciones de peces mesopelágicos y su ecosistema, ya que se espera que la zona mesopelágica experimente cambios sustanciales de temperatura y oxigenación para finales de siglo aún por determinar.
Fuente: Héctor Rodríguez / National Geographic,
Artículo de referencia: https://www.nationalgeographic.com.es/naturaleza/elefantes-marinos-buceadores-extremos_16897,