La lucha contra la plaga de langostas del desierto, considerada la epidemia migratoria más destructiva del mundo, parece estar dando sus frutos, pero todavía es necesario un mayor esfuerzo para evitar una crisis de alimentaria indicó este lunes la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.
La ONU alerta que, aunque la actual temporada de lluvias ayuda a los medios de vida de los agricultores y comunidades pastoriles, también crea las condiciones favorables para que las langostas se reproduzcan.
Lo advertía este lunes el director general de la de la Organización, Qu Dongyu, durante la presentación del informe sobre los progresos realizados en el combate a la plaga, donde destacó que el organismo de la ONU continuó con sus operaciones de vigilancia y control a pesar de las limitaciones derivadas de la COVID-19 y otros problemas.
Los cálculos preliminares de la Organización indican que gracias a las tareas implementadas en diez países para impedir la propagación de las langostas se pudieron salvar 720.000 toneladas de cereales, suficientes para alimentar a cinco millones de personas durante un año, y se evitó que resultaran dañadas muchas más hectáreas. A esta cifra, se la he de sumar la de las 350.000 familias de pastores que evitarán la indigencia.
Un solo enjambre de langostas del desierto que cubra un kilómetro cuadrado puede contener hasta 80 millones de langostas.
La segunda oleada de langostas afecta la recolección de cosechas
Sin embargo, la Organización también destaca que «si bien las franjas de tierra tratadas están ahora relativamente libres de esta voraz plaga, la primera oleada de enjambres se ha reproducido y en junio una segunda oleada de insectos pasará de la etapa inmadura a la de adultos jóvenes, alzando el vuelo en un momento crítico en que muchos agricultores de África oriental se preparan para la recolección de sus cosechas».
Al mismo tiempo, resalta que el actual repunte es especialmente preocupante en el conjunto de la región de África oriental, ya que las previsiones apuntadas en el Informe mundial sobre las crisis alimentarias indican que más de 25 millones de personas se enfrentarán a una grave inseguridad alimentaria durante la segunda mitad de 2020 en esa amplia zona.
Aparte, se añade la situación en Yemen donde, según estimaciones realizadas antes del impacto de la COVID-19 en la región, otros 17 millones de personas padecen ya inseguridad alimentaria aguda y las langostas lograron reproducirse en zonas interiores de difícil acceso.
Proteger a los más vulnerables
El máximo responsable de la Organización advirtió de la necesidad de proteger a las personas más vulnerables de crisis como la de la COVID-19, los conflictos o la plaga de langostas «que amenazan con provocar un nuevo y dramático deterioro de su seguridad alimentaria», y añadió que para que eso se produzca es necesario «intensificar aún más nuestros esfuerzos y centrarnos no sólo en combatir la plaga, sino en apoyar los medios de subsistencia de los agricultores y pastores para que puedan salir adelante«.
Según el informe, desde el lanzamiento el pasado mes de enero del plan de respuesta contra la langosta del desierto se han logrado recaudar 130 millones de dólares, que se han destinado mayoritariamente a su combate, pero que es necesario incrementar la ayuda para las actividades de apoyo a los medios de vida.
Aunque los Gobiernos nacionales lideran las actividades de control y vigilancia de la plaga, el organismo de la ONU presta «un apoyo fundamental en forma de plaguicidas, bioplaguicidas, equipos, aviones y capacitación«. Durante los cinco primeros meses del año se han tratado más de 365.000 hectáreas en los diez países incluidos en el llamamiento de la Organización.
Pese a los continuos esfuerzos gubernamentales y de la Organización, durante las próximas semanas se lanzará una versión actualizada del llamamiento que incluirá a otros países como Irán y Pakistán, también afectados por la plaga, y servirá para ampliar las actividades de preparación en la región del Sahel, que también podría verse afectada.
Fuente: ONU,
Artículo de referencia: https://news.un.org/es/story/2020/05/1474112,