Los beneficios de los bosques secundarios en la península de Nicoya se evidencian en un nuevo trabajo

En Costa Rica y específicamente en la península de Nicoya los nuevos bosques o bosques secundarios llegaron para suplantar los espacios vacíos dejados principalmente por la ganadería, lográndose con ello una recuperación sistemática y en proceso de la biodiversidad de la zona, al mismo tiempo que se da la captura de carbono y se provee de productos de madera que pueden ser comercializados o usados para el autoconsumo.

 Esta relevancia de los bosques secundarios para el mantenimiento de los ecosistemas, queda evidenciada en la síntesis para decisores Bosques secundarios en potreros abandonados. Potencial para la recuperación de la biodiversidad y provisión de productos de madera en la península de Nicoya, Costa Rica, así como en el boletín técnico titulado Potencial de manejo de bosques restaurados por sucesión natural secundaria en Guanacaste, Costa Rica. Composición, diversidad y especies maderables, los cuales fueron elaboradores por el Programa de Producción y Conservación en Bosques del CATIE (Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza), como resultado de la investigación de tesis realizada por Vanessa Granda Moser, quien estudió en el Centro.

 Bryan Finegan, líder del Programa de Producción y Conservación en Bosques, explicó que el boletín técnico hace un análisis muy riguroso usando una escala de 200.000 hectáreas de bosques secundarios de potreros abandonados de la península de Nicoya, lo cual representa información valiosa que se necesita comprender para gestionar paisajes, para restaurar biodiversidad y para establecer servicios ecosistémicos.

 Las principales características de los bosques secundarios se relacionan con el valor que poseen para el forraje; sirven como leña o madera para construcción; brindan sombra para el ganado; resisten sobrevivir en pleno sol; se reproducen por dispersión; rebrotan después de ser aprovechados y permanecen a pesar de los incendios. Sin embargo, según informó Finegan, dentro de los resultados de la investigación se encontró que durante mucho tiempo estos bosques van a seguir siendo totalmente diferentes a los bosques originales.

“Otro resultado de la investigación fue que al ser ecológicamente diferentes a los bosques primarios, se tienen que entender en otros términos, como la dispersión, la tolerancia, el valor para el finquero y el consumo de las semillas por parte del ganado”, añadió el investigador.

 En cuanto al cambio climático, aunque no llegan a capturar carbono como los bosques originales, el papel que juegan es notable. “En los bosques secundarios hay más biomasa y más carbono almacenado que en los pastizales”, confirmó Finegan, aunque recomendó que si se desea que cumplan una mejor función ambiental, una de las formas es a través de la intervención, al pasar de la restauración pasiva, a la activa.

 Finegan sostiene que en el país se necesita un marco legal que permita el manejo forestal sostenible de estos tipos de bosque, además, considera que hay que adaptar el programa de pagos por servicios ambientales (PSA) para que se facilite la consecución de objetivos de servicios ecosistémicos o ambientales a través de los bosques secundarios.

 Dentro de las principales especies de árboles que crecen en estos bosques de la península de Nicoya se encuentran: gallinazo (Albizia adinocephala), guarumo (Cecropia insignis), laurel (Cordia alliodora) poró (Erythrina berteroana), guácharo (Steatornis caripensis) y otras como el chaperno (Albizia adinocephala).

 En la realización de estos documentos contribuyeron el proyecto CATIE-Finnfor II Bosques y Manejo Forestal en América Central y la Cooperación Belga, así como los investigadores Vanessa Granda Moser, Bryan Finegan, Zayra Ramos, Ademar Molina y Guillermo Detlefsen.



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