Los girasoles siguen la ruta del sol para recibir más luz
Las flores de la soja, la caléndula, el algodón y varias especies de la familia de las malváceas también giran durante el día para mirar a la estrella que ilumina al planeta.
Pero los girasoles también presentan una conducta inédita en el reino vegetal: la autoorganización para recibir más cuotas de luz solar. Cuando los girasoles se plantan en una densidad las flores comienzan a competir por la luz. Pero en vez de dejar ganadores y perdedores, los girasoles tuercen sus tallos y esquivan la sombra de su vecino más cercano. Es, valga la analogía, el movimiento que hacemos en el cine si en la butaca de delante se sienta una persona demasiado alta.
Visto desde el aire, las formaciones de girasoles asemejan a los dientes de un serrucho, con los tallos alternando hacia la derecha e izquierda alternadamente.
El descubrimiento fue, casi de casualidad, del científico argentino Antonio Hall (investigador emérito en el Instituto de Investigaciones Fisiológicas y Ecológicas Vinculadas a la Agricultura, del Conicet y la Universidad de Buenos Aires) con el ingeniero agrónomo Abelardo de la Vega. Ellos buscaban estrategias para maximizar el rendimiento del girasol, y en vez de sembrar cinco plantas por metro cuadrado decidieron colocarlas a una densidad de 10 a 14 metros.
Al analizar la disposición alternada de los tallos, decidieron investigar. Y descubrieron que “las plantas comenzaban a sombrearse con sus vecinos en una etapa muy temprana del crecimiento, lo que determinaba el proceso de inclinación”, explica a La Vanguardia Mónica López Pereira, investigadora de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires, y autora de la investigación publicada en Proceedings of the National Academy of Sciences.
Los girasoles detectan la calidad de la luz gracias a un fotorreceptor llamado fitocromo, que les permite percibir la diferencia entre la luz roja y la luz roja lejana. Al llegar la luz solar, la hoja absorbe el tono rojo y refleja la luz roja lejana, que es la que expande a su periferia. Esta es la señal que las plantas inmediatas perciben como un sombreado, y que les lleva a inclinarse para el lado contrario.