En el marco del evento “Orquídeas y Chocolate”, la Cartera de Estado vigila la comercialización de ciertos especímenes.
En octubre del 2013, Ecuador fue declarado como el “País de las Orquídeas”. El Decreto Ejecutivo se emitió para reconocer la riqueza del territorio en cuanto a esta familia botánica. Este año, en conmemoración a dicha distinción, varias entidades públicas y privadas han organizado una exposición del 14 al 18 de octubre, en el Jardín Botánico de Quito. La inauguración formal se realizó ayer.
En el evento, además de la muestra y otras actividades a fin, se comercializan flores y plantas. Funcionario del Ministerio del Ambiente visitan el lugar de forma aleatoria para garantizar el respeto a las normas y leyes que protegen la naturaleza.
El ciudadano que desee adquirir una de ellas debe hacerlo a través de un centro autorizado. Además, en caso de que la orquídea sea nativa (especie conservada tal como fue extraída de su hábitat) el proveedor deberá proporcionar una cartilla informativa de la planta, pero si es hibrida (modificada en laboratorio) no es necesario.
Está prohibido recolectarlas de los bosques. El Código Orgánico Integral Penal sanciona estos actos con prisión de uno a tres años, pues se trata de especies vegetales contenidas en los apéndices de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), del cual Ecuador es signatario desde 1975; es decir, protegidas por el Estado.
En el país la diversidad de estas plantas es impresionante. A nivel nacional se han registrado 4232 especies clasificadas de orquídeas, de las cuales aproximadamente el 40% son endémicas, según el libro Tierra de Orquídeas presentado ayer en la inauguración de la exposición.
Paúl Aulestia, biólogo del MAE, explica que las instituciones autorizadas para su manejo, reproducción y comercialización cuentan con patentes para dichas actividades, emitidas por la Entidad Rectora del Ambiente. El primer paso es contar con instalaciones denominadas “orquidearios”, donde las plantas son llevadas tras su colecta. Posteriormente, el proponente presenta un plan de manejo de la especie, que dicho sea de paso es rigurosamente evaluado por los funcionarios del MAE.
De considerarse adecuada la propuesta, se autoriza la extracción de cierto número de especímenes, según su nivel de vulnerabilidad. En los laboratorios las plantas madres son reproducidas bajo distintas técnicas y los individuos resultantes son comercializados.