Investigadores de la Universidad de Stanford y la Administración Nacional de Océanos y Atmósfera de Estados Unidos (NOAA), estudiaron el impacto de la marea negra sobre el atún tras la explosión de la plataforma Deepwater Horizon, según publica la revista Science.
Los científicos descubrieron que los restos de crudo interfieren con las células cardíacas de los peces y llevan a un menor ritmo y pulsaciones irregulares que pueden conducir a paros cardíacos y la muerte repentina de los animales. Los residuos de crudo en mares y océanos interrumpen la capacidad de las células de latir de forma efectiva.
Aunque se sabía que el petróleo es tóxico para los peces en desarrollo, no se conocían con claridad los mecanismos fisiológicos subyacentes que conllevan a efectos negativos.
“La capacidad de las células del corazón para latir depende de su capacidad para transportar iones esenciales como el potasio y el calcio rápidamente”, explicó la investigadora Barbara Block, en un artículo en la página web de de Stanford.
Recordó que ese proceso es común a todos los vertebrados y el crudo interfiere con ese sistema vital para el funcionamiento adecuado de las células cardíacas.
Delfines con neumonía, problemas hepáticos y anemia
Los científicos también habían encontrado tiempo atrás ejemplares de delfines salvajes que padecían neumonía, enfermedades en el hígado, anemia, niveles de azúcar bajos y hasta una hembra que llevaba en su vientre un feto muerto.
La mitad de los 32 delfines, capturados en las aguas centrales de Luisiana y retenidos por poco tiempo para realizarles pruebas médicas en agosto de 2011, un año y cuatro meses después de que cayeran al agua 4.9 millones de barriles de crudo -el mayor derrame de Estados Unidos-, estaban seriamente enfermos o en peligro de muerte.
“Nunca he visto un nivel tan alto de animales tan enfermos”, señala Lori Schwacke, investigadora de la NOAA y autora principal del estudio. “Hay enfermedades en cualquier población salvaje. Pero no habíamos visto animales en tan mal estado como los que vimos en la bahía de Barataria”, agregó.
El estudio también determinó que los problemas pulmonares, tanto moderados como severos, eran cinco veces más comunes en los delfines de Luisiana que en los de Florida.
BP afirmó que el estudio, publicado en el Journal Environmental Science and Technology, era “inconcluso sobre cualquier causalidad asociada con el derrame” del 20 de abril del 2010.
En un comunicado enviado por el portavoz Jason Ryan el gigante petrolero afirmó que “los síntomas observados en el estudio fueron detectados en otros casos de mortalidad de delfines, que han sido relacionados con sustancias contaminantes y condiciones encontradas en el norte del Golfo, como binefilos policlorados (PCBs), DTT (ditiotreitol) y pesticidas”.
El trágico derrame comenzó cuando estalló la plataforma Deepwater Horizon y la llevó a hundirse en el mar el 20 de abril de 2010. Once personas murieron y se derramaron más de cuatro millones de barriles de petróleo.