El Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Salamanca (IRNASA, centro del CSIC) estudia una planta que sobrevive en los acantilados de la costa atlántica gallega.
Lo más interesante es que está infectada por hongos que probablemente contribuyen a que pueda resistir en un hábitat tan inhóspito, amenazada por la salinidad o la falta de nutrientes.
Por eso, esta investigación forma parte de un proyecto europeo que busca la posible aplicación de hongos endófitos, los que viven en el interior de las plantas, a cultivos de interés agrícola.
“Al estudiar en detalle una planta vemos que hay hongos endófitos en sus hojas o asociados a sus raíces y que juegan un papel fundamental, lo cual promete tener aplicaciones en agricultura”, explica Íñigo Zabalgogeazcoa, investigador del IRNASA y responsable de un proyecto en el que también participan Beatriz Vázquez de Aldana y Juan Arellano.
Algunos de estos microorganismos producen sustancias tóxicas que protegen a las plantas de insectos y otros depredadores, mientras que otros las ayudan a sobrevivir frente a temperaturas extremas o a absorber nutrientes.
En este caso, la planta objeto de estudio es Festuca rubra, conocida porque se utiliza habitualmente como césped. Sin embargo, existe una subespecie que solo crece en los acantilados y que está colonizada por el endófito Epichloë festucae en su parte aérea, es decir, hojas y tallos.
“En el IRNASA llevamos casi 20 años estudiando estos hongos en otras especies y en otros hábitats y sabemos que se transmiten a las semillas y producen alcaloides tóxicos para herbívoros, incluidas varias especies de insectos”, comenta el experto.
Además, la raíz de la planta también contiene hongos de diferentes especies y es muy probable que estén contribuyendo a su supervivencia.
Así se podría explicar su presencia en las grietas de los acantilados, donde apenas hay suelo del que captar nutrientes, y donde está expuesta a la sal y al viento, con la consiguiente pérdida de agua y desecación.
Proyecto europeo
El asunto es de tanto interés para la posible aplicación de estos microorganismos en agricultura que el IRNASA ha entrado en el proyecto europeo ‘Boosting Plant-Endophyte Stability, Compatability and Performance across scales’ (BestPass), que pertenece a la modalidad Innovative Training Networks (ITN) dentro de las acciones Marie Sklodowska-Curie del programa Horizonte 2020 y está financiado con 3,9 millones de euros.
En esta iniciativa participan 15 entidades de Dinamarca, Holanda, Alemania, Austria, Polonia y España, lideradas por la Universidad de Copenhague. Entre los socios hay universidades, centros públicos de investigación –el IRNASA es el único español– y empresas privadas y el propósito de todos ellos es utilizar los hongos endófitos para mejorar la productividad de cultivos de manera sostenible.
El objetivo de los proyectos ITN es que puedan servir para la formación de jóvenes investigadores, por lo que lo que esta iniciativa incluye 15 becas predoctorales para fomentar el intercambio de científicos entre países. De esta forma, el IRNASA podrá incorporar durante tres de los cuatro años que dura el proyecto a un investigador extranjero.
Información para mejoras agrícolas
En conjunto, el proyecto permitirá recoger una gran cantidad de información. Los estudios que se llevan a cabo en cada centro de investigación son distintos, pero muy vinculados entre sí, incluyendo aspectos como el análisis de Epichloë festucae en otras plantas y la relación entre los hongos y las plantas que colonizan. “Podemos encontrar un buen inoculante que sea una alternativa al uso de fertilizantes inorgánicos, por ejemplo, para cereales, que también son gramíneas”, explica Íñigo Zabalgogeazcoa, aunque advierte de que es necesario realizar muchos estudios puesto que no siempre los resultados que se obtienen en el laboratorio se pueden aplicar de inmediato.
Si tradicionalmente la mejora de las variedades agrícolas se ha producido por medio de la selección de las plantas con las características deseadas, como la resistencia a una enfermedad o la tolerancia a la ausencia de algún nutriente, el estudio de los hongos endófitos puede constituir una nueva vía para obtener mejores cultivos. Por ejemplo, en el caso concreto que estudia el IRNASA, podrían obtenerse variedades de césped para jardines o campos deportivos más resistentes a condiciones adversas.