Vegetarianos por el calor

El calentamiento global provoca no solo un aumento generalizado de las temperaturas, sino también el incremento de la frecuencia e intensidad de fenómenos meteorológicos extremos, tales como inundaciones, olas de calor y sequías. Estos cambios ambientales suponen un desafío para muchos organismos, entre ellos los anfibios, que deben modificar su comportamiento, fisiología y estrategias de vida para sobrevivir.

Investigadores de las universidades de Lisboa (Portugal) y Uppsala (Suecia) han estudiado el comportamiento de tres tipos de anfibios que habitan la península ibérica, como son la ranita de San Antonio (Hyla arborea), la ranita meridional (Hyla meridionalis) y el sapillo pintojo ibérico (Discoglosus galganoi) para saber cómo pueden influir las olas de calor en su dieta.

“Entre los muchos retos que el cambio climático plantea en los ecosistemas naturales, el efecto que pueden tener sobre las preferencias alimenticias de los organismos vivos es un campo de estudio que está atrayendo la atención de investigadores en los últimos años”, declara a Sinc Germán Orizaola, coautor del trabajo que ha publicado esta semana la revista Ecology e investigador de la universidad sueca.

Los anfibios son un grupo de alta sensibilidad al calentamiento global debido a la permeabilidad de su piel y a su ciclo de vida complejo, que combina una fase acuática como larva y una fase terrestre como juvenil y adulto. “De hecho, ya están experimentando acusados declives poblacionales y extinciones a escala global, y se han convertido en el foco de numerosos programas de investigación y conservación en las últimas décadas”, subraya el científico.

Dieta vegetal, animal o mixta

Los investigadores hicieron un experimento de laboratorio en el que expusieron a las larvas de estas tres especies a diferentes tipos de olas de calor que variaban en duración e intensidad –aumentando la temperatura del agua donde se desarrollaban–.

“Las larvas se mantuvieron en tres situaciones diferentes: con alimento solo vegetal, solo animal o dieta mixta. Esta última situación es la que nos permitió evaluar si modificaban su dieta hacia un mayor o menor porcentaje de materia vegetal”, añade Orizaola. 

Asimismo, examinaron la relación entre distintos isótopos de carbono y nitrógeno en los tejidos de las larvas con alimentación mixta, y los compararon con los de "menús" exclusivamente vegetales o animales. Esto les permitió reconstruir el tipo de dieta que seleccionaban las larvas expuestas a un régimen combinado.

 



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