Dos científicos de la Universidad de Shinshu (Japón) han creado un mapa global que identifica en diferentes países los lugares donde existen especies amenazadas debido al consumo de mercancías.
Con este mapa buscan que se mejore la gestión de la conservación al señalar las rutas comerciales específicas con mayor impacto sobre la biodiversidad.
Uno de los principales motores de la pérdida de biodiversidad provocada por los seres humanos es la explotación de los recursos naturales para el comercio, por ejemplo, en las industrias madereras y pesqueras.
Determinar qué áreas del mundo representan las mayores amenazas a la vida silvestre es crucial para una gestión eficaz de la conservación. Sin embargo, hasta ahora no se había tenido en cuenta el papel de las cadenas de suministro para conectar la demanda de recursos con el consumo final de bienes.
Un estudio, publicado en la revista Nature Ecology & Evolution, ha utilizado los datos de la Lista Roja de especies amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) y de la base de datos Eora MRIO sobre las cadenas de suministro, donde se vincula directamente la producción de bienes en un país con su consumo en otro.
Calcularon el porcentaje de amenaza a una especie en un país debido al consumo de mercancías en otro
“La UICN proporciona datos de 25.000 especies amenazadas con sus causas, y enlazamos dichas causas con las industrias que recoge Eora. Esta base de datos puede rastrear desde la producción hasta el consumo. Por ejemplo, podemos seguir el coste de los árboles en relación a las plantaciones de café, su procesamiento y consumo final. Si una especie en peligro de extinción está amenazada por la tala de árboles, pensamos que el consumo final de madera es responsable de la situación de la especie”, declara a Sinc Keiichiro Kanemoto de la Universidad de Shinshu (Japón), autor principal del trabajo junto con Daniel Moran, de la misma institución.
Moran y Kanemoto calcularon el porcentaje de amenaza a una especie en un país debido al consumo de mercancías en otro, centrándose específicamente en 6.803 especies de animales marinos y terrestres vulnerables, en peligro de extinción o en peligro crítico, según las definiciones de la IUCN y la organización conservacionista BirdLife International.
En Brasil, por ejemplo, se le puede atribuir a las industrias forestales con consumo de bienes en EE UU la situación del 2% de los sapos amenazados e identificados como vulnerables en el país sudamericano. Cuando se combinan todas las especies en Brasil, este porcentaje de amenaza total puede compararse significativamente con aquellos de otros países que también comercian con EE UU.
La pérdida de aves en España
El estudio revela estos puntos calientes geográficos de amenaza en las selvas meridionales brasileñas, pero además, ha descubierto amenazas menos esperadas en países como España y Portugal en donde un número de especies amenazadas de peces y aves está en peligro.
Se le puede atribuir a las industrias forestales con consumo de bienes en EE UU la situación del 2% de los sapos amenazados en Brasil
Kanemoto explica que, en un informe reciente que analizaba datos entre 1998 y 2005, se concluyó que en el caso de España las aves rurales comunes disminuyeron un 23%. “Podemos ver muchas amenazas de especies de aves en España vinculadas a una agricultura cada vez más industrializada. Asimismo, España exporta muchos productos agrícolas a EE UU, incluyendo verduras encurtidas, nueces, mermeladas y conservas”, añade.
Con los porcentajes combinados de amenaza de todas las especies han creado un mapa global que ilustra la huella de amenaza total del país consumidor sobre el resto del mundo, que puede usarse para guiar prácticas comerciales más sostenibles en el futuro.
“Nuestro mapa puede ayudar a las empresas a tomar una cuidadosa selección de sus gastos y suministros para aliviar los impactos en la biodiversidad. Esperamos que las compañías comparen nuestros mapas y sus lugares de adquisición y luego reconsideren sus cadenas de suministro. Queremos trabajar con algunas firmas conjuntamente y que se produzca una acción real para que los consumidores puedan elegir productos amigables con la biodiversidad en su vida diaria”, concluye Kanemoto.