Como si se tratara de la reforestación de un bosque, los arrecifes en las aguas del océano Pacífico que bañan Costa Rica han empezado a ser restaurados con una técnica novedosa especialmente diseñada para tal función por la Universidad de Costa Rica. Los arrecifes de coral desempeñan funciones vitales para los ecosistemas marinos y costeros: "Evitan la erosión y son sitios con las condiciones adecuadas para la reproducción y crianza de múltiples especies que forman parte de nuestro consumo diario", señalan desde la institución académica en una nota. Según los científicos, en los arrecifes de coral se forma la mayor parte de la biomasa de los organismos que habitan en el mar.
Sin embargo, el calentamiento global, la acidificación de los océanos, la presión pesquera y el desarrollo urbano son las principales acciones humanas que han contribuido al deterioro y muerte de los corales en las costas del mencionado país centroamericano y del resto del mundo. Según datos del Centro de Investigación en Ciencias del Mar y Limnología (Cimar), de la Universidad de Costa Rica (UCR), la cobertura coralina viva en el Parque Nacional Isla del Coco pasó de un 40% a un 5 % a raíz del fenómeno El Niño, el cual en los años ochenta ocasionó el blanqueamiento masivo de corales y, posteriormente, una alta mortalidad.
El blanqueamiento ocurre cuando el individuo principal de los corales, el pólipo, expulsa el alga simbionte que le proporciona coloración y alimento cuando están sometidos a estrés. Si el problema persiste, les causa la muerte, explican las mismas fuentes. Por esto, el Cimar desarrolla un proyecto de investigación sobre restauración coralina, tanto dentro del mar como en laboratorios, en el golfo Dulce, situado en el sur de Costa Rica, desde 2016.
"Lo que se busca con la restauración es acelerar lo que de forma natural un arrecife podría hacer, porque los corales se podrían recuperar por sí solos, pero en este momento tienen tanta presión del medio que ya eso no es posible", matiza Tatiana Villalobos, una de las investigadoras del centro.
Proyecto pionero
Se escogió el golfo Dulce para ejecutar la investigación porque los corales de este sitio se han recuperado gracias a prácticas de conservación en las áreas costeras aledañas, lo cual ha reducido la sedimentación que ingresa al golfo, y a la pesca responsable que se ha implementado en este lugar. El tipo de vivero creado consiste en una estructura con forma de árbol construida con tubos de PVC y fibra de vidrio. En cada una de las ramas cuelgan los fragmentos de coral, que miden entre 0,5 y 1,5 centímetros cuadrados. Estos viveros son hidrodinámicos: propician el flujo de las corrientes y que los sedimentos no se acumulen en los fragmentos de corales.
Tras varias expediciones, los investigadores identificaron las colonias de coral más saludables y resilientes o que mostraron mayor capacidad para recuperarse después del blanqueamiento. En concreto, Villalobos trabajó con tres géneros de corales: Pocillopora, conocido como coral coliflor; Porites, el más abundante en el golfo Dulce; y Pavona. Posteriormente, analizaron si los corales cultivados en los viveros crecían más rápido y si en el medio natural lograban aumentar la cobertura coralina de forma significativa.