En enero nevó a nivel del mar, pero lo más llamativo fue que lo hizo en algunas playas de Levante, con nevadas que no se recordaban desde hacía 30 años en localidades como Torrevieja, Denia, Jávea o Málaga. Este temporal provocó la caída de más de una veintena de torres de alta tensión que dejaron sin suministro eléctrico a miles de personas, decenas de conductores quedaron atrapados en la carretera, principalmente en la A-3, y muchos viajeros en tren.
Febrero fue uno de los pocos meses húmedos del año, con un 36 por ciento más de precipitaciones que la media en España, más de 150 litros por metro cuadrado en Málaga y alrededor de 200 litros en puntos del suroeste en diferentes episodios de lluvias. En este mes también se vivió un temporal de viento, lluvia, nieve e intenso oleaje, con vientos de más de 100 kilómetros por hora que dejaron al menos once heridos por caída de tejados y accidentes de tráfico.
Calor y ausencia de lluvia
Entre los días 6 y 12 de marzo se registraron temperaturas muy altas para la época del año en toda España, que batieron varios récords, y fue otro de los pocos meses en el que llovió más de lo normal, hasta seis veces más de lo habitual en un solo día en Alicante y Barcelona.
En abril, una impresionante tromba marina derribó varios árboles, farolas y mobiliario urbano en Menorca y la sequía anunció que se convertiría en el abril más seco del siglo. Mayo fue un mes de mucho calor, con varios récords de temperaturas, que rozaron los 38 grados en Ourense o los 37 en Granada.
Incendio en Doñana
Pero la primera ola de calor llegó en el mes de junio más cálido del siglo, en el que se vivió una de las peores catástrofes ambientales, el incendio de un tesoro biológico, el Parque Nacional de Doñana, y en que se registraron picos de temperatura de 44,5 grados en Córdoba.
En julio se registró la temperatura más alta en una estación principal, 46,9 grados en Córdoba, y varios observatorios batieron el récord de precipitación diaria a consecuencia de las tormentas asociadas a una DANA, un fenómeno que se repitió a finales de agosto y que provocó un brusco descenso de las temperaturas los últimos días de vacaciones.
En agosto, el Mediterráneo alcanzó una temperatura de 29 grados centígrados, que superó en dos grados la que se registró el año pasado en las mismas fechas, según un estudio del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante (UA).
Una sequía histórica
Y septiembre se convirtió en el mes más seco del siglo, con los embalses en niveles críticos que comienzan a aflorar poblaciones que habían sido cubiertas por el agua desde la década de los sesenta y una ola de incendios en Galicia. El paso de los restos del huracán Ophelia cerca de la península Ibérica agravó en octubre la situación del fuego en Galicia, que se extendió a Portugal y Asturias hasta arrasar más de 35.000 hectáreas, un 70 por ciento más de el año anterior.
Llegan las lluvias
En noviembre, las intensas lluvias hicieron descarrilar un tren que cubría el trayecto entre Málaga y Sevilla y causaron otros graves problemas puntuales en el sur peninsular. Y diciembre trajo por primera vez una borrasca con nombre propio, Ana, que se formó por un proceso de ciclogénesis explosiva que obligó a activar avisos de nivel rojo por viento en el noroeste peninsular, con rachas de hasta 170 kilómetros por hora en La Rioja y 200 litros por metro cuadrado en un solo día en Galicia.