Estados insulares en desarrollo
Al reconocer el impacto desproporcionado que el cambio climático tiene para los pequeños Estados insulares en desarrollo (PEID), la FAO planea apoyar a seis países insulares africanos para lograr que su agricultura sea más resiliente a los choques climáticos e impulsar su desarrollo económico.
El proyecto de 1,5 millones de dólares, financiado a través del Fondo Fiduciario de Solidaridad para África, se centrará en una variedad de actividades para mitigar y adaptar la producción a las cambiantes condiciones climáticas y hacer más eficientes en conjunto las prácticas agrícolas.
Los campesinos de Cabo Verde, Comoras, Guinea-Bissau, Mauricio, Santo Tomé y Príncipe y Seychelles se beneficiarán de formación y de intercambio de conocimientos sobre la producción inteligente de alimentos con respecto al clima, así como formas de crear oportunidades comerciales viables para los alimentos nutritivos.
Entre estas prácticas de agricultura climáticamente inteligente figura el uso de una gama de cultivos fáciles de hacer crecer y de alto valor nutricional que permitirán una producción más resiliente en condiciones adversas. Otras iniciativas se centran en formas innovadoras de aumentar la producción alimentaria. Aquí se incluyen la introducción de dispositivos de agregación de peces -conocidos también como imanes del pescado- para atraer más peces a los caladeros y aumentar la disponibilidad de alimentos marinos de gran valor nutritivo en los mercados locales.
En referencia a la comercialización, el proyecto incluye actividades para ayudar a los pequeños productores a identificar oportunidades para ingresar a nichos de mercado de alto valor a través del etiquetado de comercio justo o ecológico, para asegurar que el proyecto sea sostenible. Para promover iniciativas regionales de comercio agrícola, el proyecto se centrará en fortalecer las regulaciones y acuerdos entre importadores y exportadores. El proyecto trabajará también con las autoridades locales para identificar oportunidades a nivel de políticas, incluyendo maneras de estimular una nutrición saludable a través de directrices alimentarias y programas de educación nutricional.
En conjunto, el objetivo del proyecto es aumentar la capacidad de los países -desde el nivel de la granja hasta el normativo- para reducir la doble carga de la malnutrición: combatir la persistencia del hambre, por un lado, y el aumento de la obesidad por otro.