El borrador del acuerdo que se está negociando en la Cumbre del Clima de Glasgow (COP26) y que Reino Unido ha hecho público este miércoles insta a los países a subir sus ambiciones en 2022, así como a revisar sus compromisos a finales de cada año, y no cada cinco, en un reconocimiento tácito del gran bache que persiste entre la meta fijada por el Acuerdo de París y los planes reducción de emisiones.
El presidente de la COP26, Alok Sharma, recordó que ha llegado «el momento de los compromisos» para sellar un texto final el viernes y apeló a la conciencia de los delegados: «Lo que acordemos aquí marcará el futuro de nuestros hijos y nietos, y no queremos fallarles».
El premier Boris Johnson volvió a media tarde a Glasgow para dar el impulso final a las negociaciones, evitando esta vez la polémica por sus viajes en avión privado al desplazarse en tren hasta la ciudad escocesa.
Boris Johnson urgió a los delegados a «unir fuerzas» y «superar los bloqueos», aunque prefirió no apuntar con el dedo a ningún país en particular. Hizo de paso un llamamiento a los líderes para «coger el teléfono y dar a los negociadores más espacio para llegar a compromisos y subir las ambiciones».
«El mundo está más cerca que nunca de hacer frente al cambio climático», dijo en su habitual tono grandilocuente, para reconocer después que lo que consiga la COP26 «puede no ser suficiente». El líder conservador reconoció que, pese a los avances de la cumbre, será duro «mantener vivo» el objetivo de un aumento máximo de las temperaturas de 1,5 grados. «Aún no es un trato hecho», dijo.
COP26: El texto que se negocia
El texto provisional remite directamente al acuerdo alcanzado en el 2015 -limitar el aumento de las temperaturas «muy por debajo» de los 2 grados y «persiguiendo los esfuerzos» para no superar los 1,5 grados- pese los intentos de los países vulnerables para fijar estrictamente el límite en 1,5 grados.
El ex presidente de EEUU, Barack Obama, a su paso por Glasgow, dio un impulso a la así llamada Coalición para la Alta Ambición, recalcando cómo la ciencia y el aumento de episodios de clima extremo recomiendan fijar el techo máximo en 1,5 grados, y cómo los compromisos de gran parte de los países están aún «muy lejos de esa meta».
Como el Acuerdo de París, la presión final de los países vulnerables está siendo decisiva para subir el listón. Las islas Marshall lograron el apoyo de Estados Unidos y la Unión Europea en una preacuerdo para obligar a los países a revisar todos los años sus «contribuciones determinadas a nivel nacional» si no están alineadas con la meta de un aumento máximo de 1,5 grados.
COP26: Informes contradictorios
Durante la conferencia de Glasgow han aflorado informes contradictorios sobre el aumento previsto de las temperaturas a partir de los actuales compromisos. El propio Alok Sharma expresó su confianza en «doblar la curva» de los dos grados y un informe de la Agencia Internacional de la Energía anticipó a los pocos días que los nuevos compromisos puede situar el aumento en 1,8 grados a finales de siglo. Otro estudio de la organización Climate Action Tracker ha dado sin embargo la voz de alerta esta semana, anticipando una subida de 2,4 grados con los planes actuales.
El debate sobre la necesidad de ir más allá año tras año, y no cada cinco años (como estipuló inicialmente el Acuerdo de París), ha creado fricciones entre los países. El propio Alok Sharma ha intentado encontrar un consenso y convencer a las «partes» de la necesidad de una reunión anual al más alto nivel ministerial para seguir subiendo el listón.
El borrador insta a los países a acelerar el abandono del carbón y de los subsidios a los combustibles fósiles, en el que prodría ser el primer reconocimiento implícito del papel del gas y del petróleo en la crisis climática (el auténtico «elefante en la habitación» tanto en París como en Glasgow). El texto se enfrenta aún a revisiones y objeciones por parte de los grandes productores de combustibles fósiles. La presión de China e India, sin ir más lejos, sirvió para eliminar la mención a los combustibles fósiles del primer borrador de acuerdo de la reciente cumbre del G20 en Roma.
Acción efectiva y significativa
El texto provisional de Glasgow reconoce en cualquier caso que limitar el aumento de las temperaturas a 1,5 grados requerirá «una acción efectiva y significativa» por parte de todos los países. El borrador incide en que estamos en «una década crítica» y que hará falta reducir las emisiones un 45% en el 2030, frente a la insuficiente tendencia actual de un descenso de un 13,7%.
En el documento difundido por el presidente de la COP26 se insta también a los países a que dupliquen sus esfuerzos para la financiación internacional, con el objetivo de alcanzar lo antes posible el objetivo de 100.000 millones de dólares anuales (probablemente en el 2022 y el 2023) y el esfuerzo especial en medidas de adaptación al cambio climático.
El secretario general de la ONU, Antònio Guterres, ha puesto también un énfasis especial en los capítulos de la transparencia y la verificación del descenso de emisiones, tanto a nivel de empresas como de países para evitar el greenwashing, con la posible creación de un comité internacional de científicos. China y Arabia Saudita son los países que más obstáculos han puestos sobre la cuestión de transparencia.
La vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, considera que aún se puede avanzar en aspectos como la financiación a los países en desarrollo o la transparencia. «Hay algunas cosas que nos gustan. Nos gustan las soluciones basadas en la naturaleza, la restauración de ecosistemas, de bosques. Reclamamos una presencia mucho más clara del compromiso con el océano, pero yo creo que es una base de partida muy interesante que confío sea mejorada en estos días», ha declarado a Efe.
«Débil» borrador
Por su parte, las organizaciones ecologistas y no gubernamentales criticaron la «debilidad» del borrador de la COP26, así como la falta de un sentido de urgencia. «El borrador se basa en las buenas voluntades de los países y se olvida de la justicia climática», declaró Cristina Alonso, de Amigos de la Tierra, que criticó también los «vagos compromisos» y «las falsas soluciones como el cero neto, sin mencionar la necesidad de poner freno al gas y al petróleo».
Greenpeace criticó también la escasa ambición del texto y advirtió que los acuerdos tienden a debilitarse aún más en la recta final. El portavoz de la organización en Glasgow, Juan Pablo Osornio, denunció por su parte la labor obstruccionista de la delegación de Arabia Saudita, «que subvierte los derechos humanos, bloquea la financiación de la adaptación y discute con los países que están intentando alcanzar un compromiso final».
Tracy Carty, al frente de la delegación de Oxfam en la COP26, calificó el texto cono «muy débil» y aseguró que «no responde a la emergencia climática afrontada por millones de personas ni a los episodios de clima extremo que están llevando a muchos hacia la pobreza». «Les quedan dos días para negociar un acuerdo mejor», dijo.
Se nota el efecto de la presión
Florent Marcellesi, coportavoz de Verdes EQUO, reconoció por su parte que en el borrador de la COP26 se nota el efecto de la presión «como un paso adelante que se urja los países a aumentar su ambición climática a corto plazo y que se mencione por primera vez el fin de las subvenciones a los combustibles fósiles». Aun así, Marcellesi advirtió que «las propuestas encima de la mesa no están a la altura para la financiación climática, ya sea adaptación ya sea perdidas y daños».
«Los países más ricos son los principales responsables del cambio climático y deben aportar más a los países menos responsables pero más afectados por el cambio climático», concluyó.
Fuente: CARLOS FRESNEDA / EL MUNDO,
Artículo de referencia: https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/medio-ambiente/2021/11/10/618bd0dbfc6c83824f8b45c9.html,