Desde hace más de dos décadas, los climatólogos han relacionado la subida de temperaturas a escala global con el incremento de las emisiones de efecto invernadero derivado de la acción humana. Sus conclusiones, plasmadas en diversos modelos climáticos en los que basar las políticas de conservación del futuro, han motivado que investigadores de todo el mundo estén analizando qué parte de culpa tiene la acción del hombre sobre el clima en la extinción de especies.
En un artículo de Opinion & comment que se publicará en el primer número de la nueva revista Nature climate change, Duarte y científicos estadounidenses y australianos señalan que las políticas de conservación y adaptación deberían contemplar de forma integrada otros factores como la destrucción de hábitat, la pesca desmedida o la contaminación, ya que son actividades que intensifican el impacto del cambio climático.
“Las especies no cambian de modo global, sino dentro de ecosistemas particulares. Por eso, los modelos de los climatólogos no sirven para determinar, por ejemplo, qué parte de la mortalidad de posidonia en las Islas Baleares es debida a la acción del hombre y qué parte se debe a un proceso natural derivado del cambio climático”, explica el científico del CSIC.
El artículo empezó a escribirse a raíz de los debates de una reunión sobre detección y atribución del cambio climático en el seno del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU. Los autores se dieron cuenta de que era necesario buscar un equilibrio entre tratar de comprender los efectos del cambio climático y prevenir sus consecuencias. Según estos biólogos, se gasta tiempo y esfuerzo en buscar pruebas de que este fenómeno ya afecta a las especies, en vez de emprender el desarrollo de medidas de adaptación y conservación.
Extrapolar lo local a lo global
Duarte explica que, aunque es posible evaluar cómo evoluciona la temperatura media del planeta, es mucho más complicado determinar cómo varía la biodiversidad a escala global. “Es imposible resolver este dilema con los modelos climáticos actuales que contemplan escalas superiores a un continente”, señala el científico del CSIC. De hecho, los autores indican que la probabilidad de atribuir los cambios en el clima a los gases de efecto invernadero disminuye bruscamente en espacios menores de un millón de kilómetros cuadrados y en tiempos menores a 50 años, algo que contrasta con la naturaleza local de las observaciones sobre ecosistemas.
Para Duarte, la “verdadera amenaza” para las especies es la sinergia entre los efectos del cambio climático y otros procesos causados por el hombre. “No está ocurriendo sólo un cambio climático. Aparte de aumentar la emisión de CO2, se está transformando el territorio y el océano. Lo que realmente está produciendo esos cambios en la biodiversidad no es uno de esos componentes, sino el conjunto de ellos”, agrega.
Los biólogos proponen realizar una serie de meta-análisis y comparar los estudios locales con los globales para poder establecer la respuesta de las especies y ecosistemas al impacto de la actividad humana sobre el clima. “Sabemos que los corales están disminuyendo, pero hay que realizar estudios en cada país y comparar los experimentos. Así sabremos si son consistentes con las predicciones climatológicas”, destaca Duarte.
El artículo en Science ha sido elaborado por Camilla Parmesan, investigadora de la Universidad de Texas en Austin y del Instituto de Ciencias Marinas de Plymouth, Carlos Duarte, investigador del CSIC en el Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados, Elvira Poloczanska, del Commonwealth Scientific and Industrial Research Organisation, Anthony Richardson, del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados y de la Universidad de Queensland y Michael C. Singer, de la Universidad de Texas en Austin.