Dejar de emitir dióxido de carbono no es la única solución contra el cambio climático

Si echamos la vista atrás y volvemos a las clases de naturales del colegio podemos recordar que la corteza terrestre está compuesta por la corteza, zona externa sólida donde vivimos los seres vivos, el manto, compuesto de rocas fundidas que forman lo que conocemos como magma y el núcleo, de hierro.

Pues bien. En las profundidades de las montañas rojas de Omán, una de las únicas zonas del planetas en las que el manto está expuesto, geólogos están realizando perforaciones en busca de un santo grial que consiga invertir el cambio climático deshaciéndose del dióxido de carbono del aire.

El "santo grial" es una metáfora utilizada para explicar el proceso natural que hace millones de años transformaba el CO2 en piedras calizas y mármol. Y mientras el mundo se moviliza con acuerdos como el de París de 2015 contra el cambio climático tratando de reducir las emisiones, algunos investigadores están tratando de averiguar maneras de eliminar o reciclar el carbono que ya está presente en nuestra atmósfera.

Dos de los ejemplos más significativas de aplicación de estas iniciativas son, la primera, en la planta geotérmica Hellisheidi situada en el área del volcán Hengill (Islandia), donde convierten el carbono en roca al inyectarlo en rocas volcánicas. Y el segundo, en la enorme planta de fertilizantes Sinopec, en China, que filtra el dióxido de carbono del aire para reutilizarlo como combustible.

Pero esta iniciativa de reutilización del dióxido de carbono ya emitido no es nada nuevo. En la actualidad existen 16 proyectos industriales que captan y almacenan cerca de 27 toneladas de CO2, según la Agencia de Energía Internacional. A pesar del compromiso medioambiental que esto supone, esas 27 toneladas de compuestos contaminantes suponen menos de un 0.1% de las emisiones globales, pero por algo se empieza.

En el caso de las montañas de Omán, sus rocas únicas absorben el carbono directamente del aire sin manipulación humana. Este proceso está lejos de ser ningún milagro, sino más bien una sencilla reacción química. En estas montañas, el manto expuesto está repleto de peridotita, una roca cuyos átomos de magnesio reaccionan con el dióxido de carbono del aire formando piedras calizas, magnesio y cuarzo.



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