El impacto de los témpanos a la deriva como resultado del cambio climático está disminuyendo la variedad de especies cuyo hábitat es el lecho marino de baja profundidad, según un artículo que publica hoy Current Biology.
"La vida en el lecho marino costero de la Antártida oscila entre los veranos plagados por los témpanos flotantes y los inviernos, cuando escasea la comida", indica el estudio dirigido por David Barnes, del Instituto Antártico Británico en Cambridge (Reino Unido).
En el invierno, cuando la superficie del mar se congela, los témpanos quedan atrapados y eso disminuye sus golpes sobre el lecho marino. En tanto, en el verano hay menos hielo que impida el libre movimiento de los icebergs.
Pero, según los investigadores, en el último medio siglo ha habido pérdidas enormes de hielo marítimo invernal a lo largo de la Península Antártica. También se ha evidenciado una retirada de los glaciares y desintegración de estratos de hielo junto con un rápido calentamiento del clima local.
"La Península Antártica puede considerarse como un sistema de alarma temprana, como el proverbial canario en la mina de carbón", señaló Barnes.
"Los cambios físicos que allí ocurren se cuentan entre los más extremos y la biología es muy sensible, por lo cual siempre ha sido un buen sitio para observar los impactos del cambio climático", continuó el autor.
El investigador añadió que "una buena parte del planeta depende del ambiente cercano a la costa, empezando por la comida".
Estudios anteriores ya habían señalado un incremento en la mortalidad de la Fenestrulina rugula, una pequeña criatura marina perteneciente a un grupo descrito a menudo como animales moho. Barnes y sus colaboradores sospecharon que las pérdidas eran aún mayores que las informadas.
De hecho, un estudio en 2013 en un sitio cercano dejó al descubierto grandes áreas en las que no podían encontrarse seres vivos, pese a que en el sector eran frecuentes las inmersiones de los investigadores y la presencia de algunos animales.
En el nuevo estudio los autores brindan detalles de los cambios en la riqueza biológica coincidentes con el golpeteo o "rasqueteo" de los témpanos flotantes.
Ninguna de las especies que estaban presentes en 1997 ha desaparecido, pero muchas son ahora tan raras que desempeñan un papel menor en la comunidad.
En 2013 el 96 % de las interacciones involucró una sola especie, la Fenestrulina rugula, haciendo de este uno de los sistemas biológicos más simples del planeta.
Según la publicación, los científicos se mostraron sorprendidos porque un fenómeno de tanta magnitud como el cambio climático haya ocurrido tan rápido, pues se esperaba una evolución lenta.
"Es probable que el calentamiento, que aumenta el impacto de los témpanos flotantes sobre el lecho marino, incremente la mortalidad y reduzca la complejidad biológica, y que también ayude en el establecimiento de especies no nativas", concluyó el estudio.